La desigualdad de género, sostiene Antonio Guterres, el Secretario General de la ONU, es una cuestión de poder. Es también una de las grandes injusticias de todos los tiempos y un reto mayúsculo en materia de derechos humanos. Una cultura patriarcal arraigada, que se traduce en la práctica en formas misóginas de actuar y proceder, ha surcado brechas profundas entre hombres y mujeres con evidentes desventajas para estas últimas.
No hay ningún plano de la vida que se salve: ni en lo político, ni en lo económico ni en lo social. Las asimetrías son insostenibles. De los 193 países que conforman la ONU, sólo 21 tienen a una mujer al frente del Estado o del gobierno. Alienta, eso sí, que tengan a la más joven: Sanna Marin, de 34 años, quien es la Primera Ministra de Finlandia. Su liderazgo es muestra de un futuro alcanzable, pero las cifras hoy en día, reflejan una insoportable asimetría. A manera de ejemplos, veamos lo que ocurre en los planos laboral y educativo: las mujeres ganan 77 centavos por cada dólar que ganan los hombres en el mercado laboral. Una de cada 3 mujeres entre los 15 y los 24 años están fuera del sistema escolar (más del doble que los hombres de esas mismas edades) y 2/3 de los cerca de 670 millones de analfabetas que existen en el mundo son mujeres. Por donde se busque. Un reporte de ONU Mujeres recién liberado, con motivo del día internacional de la mujer, contiene numerosos indicadores que son prueba fehaciente de una realidad que urge cambiar. No puede esperarse más.
Generación Igualdad es el nombre del proyecto que se propone no sólo sacudir conciencias o hacer recuentos (lo cual ocurrirá de cualquier forma), sino sobre todo reactivar una plataforma de acción que permita realmente alcanzar la igualdad de género tal y como lo establece el quinto de los objetivos para el desarrollo sostenible de la Agenda 2030. A 25 años de la última Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) y a 40 años de la primera que se llevó a cabo en la Ciudad de México en 1970, emerge el poderoso proyecto con una gran capacidad de convocatoria global: la igualdad es nuestro objetivo, la diversidad nos da la fuerza. Yo soy #GeneraciónIgualdad.
El gran giro, me parece, radica justamente en poner un alto a las asimetrías: no más subrepresentación de las mujeres en las distintas esferas del poder. Y no se trata solamente del poder político, sino también de estar presentes en la toma de decisiones, en las juntas corporativas y las instituciones de educación, de salud y de ciencia, en las negociaciones para la paz y la acción climática, entre otros espacios, públicos y privados. No más excepciones ni acoso por su apariencia. Al diablo con la condescendencia machista. Se trata de alcanzar un impacto duradero en las vidas de niñas y mujeres alrededor del mundo.
Generación Igualdad pretende una movilización global, inclusiva y ambiciosa, mediante una serie de coaliciones en torno a acciones específicas, para hacer efectivos los derechos humanos en las mujeres y las niñas, para hacer realidad los legítimos anhelos de paz y justicia para todas. Los derechos humanos son derechos de las mujeres porque los derechos de las mujeres son derechos humanos. No se aceptan pues, estatutos ad-hoc, como han planteado algunos países impulsados por grupos fundamentalistas. Se trata de revitalizar la agenda multilateral con una clara perspectiva de género.
El método de trabajo propuesto para el foro, será a través de coaliciones para la acción que intentarán trascender la narrativa: alcanzar resultados concretos en los próximos 5 años, lo que no se ha logrado en los últimos 40. Catalizar la acción colectiva y establecer un diálogo intergeneracional permanente. ONU Mujeres, con el liderazgo formidable de Phumzile Mlambo-Ngcuka, ha asumido la coordinación general del proyecto. Las siempre complejas y delicadas tareas del secretariado. Francia y México participan en la codirección del Foro junto con representantes de la sociedad civil del Norte Global y del Sur Global. Un amplio comité asesor internacional fortalece la dirección colegiada La convocatoria rebasa el ámbito de los estados miembros de la ONU. Es para todas las partes interesadas: sociedad civil, sector privado y, señaladamente, generaciones jóvenes. Se busca renovar liderazgos.
La distribución temática de las coaliciones incluye asuntos tales como: violencia de género, derechos y justicia económica, autonomía corporal y derechos sexuales y reproductivos, acción feminista para la justicia climática, tecnología e innovación para la igualdad de género, y movimientos feministas y liderazgo. Hay también ejes transversales que se refieren a asuntos fundamentales como reformas de ley(es), educación, discriminación, financiamiento, información, etcétera. La agenda de mujer, paz y seguridad, que incluye 10 resoluciones del Consejo de Seguridad jugará también un papel importante. Se está tejiendo una red global de partes interesadas como nunca antes.
Me parece un acierto que la apuesta sea por las mujeres jóvenes. Al escuchar a la Primera Ministra de Finlandia en días pasados, me quedó claro que son ellas las que están redefiniendo el poder. Traen nuevas formas de liderazgo. Se nos acaba el tiempo, la exigencia de las jóvenes es que actuemos ya, señaló sin titubeos. La Directora Ejecutiva ONU Mujeres fue más allá: “las mujeres están enojadas y preocupadas por su futuro, están radicalmente impacientes por lograr un cambio, es una impaciencia que tiene raíces profundas y que se ha estado gestando por años”.
En palabras del Secretario General de las Naciones Unidas, “la protesta masiva de las mujeres contra el feminicidio, las huelgas por la igualdad de salarios y condiciones laborales, y las denuncias a hombres poderosos que cometen actos violentos y abusos, son reflejo de la más abrumadora injusticia de nuestro tiempo: la desigualdad de género”.
La igualdad de género es un prerrequisito para alcanzar un mundo mejor. Es inadmisible que aún exista la esclavitud sexual y que la violación a mujeres y niñas siga siendo una táctica de guerra. La misoginia es una ideología muy arraigada en casi todos los grupos extremistas aunque no es exclusiva de estos. Ante los conflictos violentos, la crisis climática, la brecha digital y la construcción de economías inclusivas, la participación de la mujer es un imperativo ineludible.
Si bien es cierto que ha habido algunos avances a nivel global inobjetables, como lo es la reducción en la mortalidad materna en cerca de un 40% en los últimos 20 años, los rezagos sociales que subsisten son graves. Un estudio reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) muestra que el 90% de la población mantiene algún tipo de prejuicio contra las mujeres. Sí, leyó usted bien, el 90%, por increíble que parezca. Sólo el 14% de las mujeres y el 10% de los hombres no tienen ningún sesgo para aceptar la igualdad de género. El 28% de las personas creen que está justificado que un marido le pegue a su esposa, más del 40% piensa que los hombres son mejores ejecutivos empresariales y, según uno de los índices bursátiles más influyentes del mundo, menos del 6% de los directores generales de las 500 empresas que aparecen en dicho índice son mujeres. Claro está que se trata de una cuestión de poder. ¿Alguna duda?
Pienso que la igualdad entre géneros debe ser vista como parte fundamental de la solución a muchos de los problemas que nos agobian, tanto a nivel local como a nivel global. Una perspectiva de esa naturaleza puede ser persuasiva, y propiciar actitudes distintas, menos sesgadas. Hay que cambiar todo aquello que, dentro del sistema, impida que las mujeres desplieguen su potencial y ejerzan cabalmente sus derechos. Yo soy #Generación Igualdad.
Embajador de México ante las Naciones Unidas