Salvo que el gobierno añada menos de 390 muertes a su contabilidad de este sábado, México llega, exactamente hoy (a más tardar mañana), a 60 mil muertes confirmadas a causa del virus SARS-COV-2 , de acuerdo a los datos oficiales de la pandemia.

¿Cuál es la relevancia del dato, dirá usted, como para no escribir del tema del momento, de los videoescándalos, si cada día aumentan los fallecimientos y probablemente el 3 de septiembre habrá 70 mil muertos, de acuerdo a las proyecciones del IHME (https://covid19.healthdata.org/mexico)? Lo primero radica en no normalizar el sufrimiento, no ver como algo natural la mutilación de 60 mil familias. No insensibilizarnos al dolor, como nos ha sucedido con la violencia.

Y dos, lo trascendental de ese dato, de las 60 mil muertes, es que se trata justamente de la cifra que, el 4 de junio pasado, el doctor Hugo López-Gatell Ramírez presentó como lo que sería un escenario muy catastrófico para México. Aquel día, cuando habló de las proyecciones de la Secretaría de Salud, dijo esto:

“El mínimo era 6 mil (muertes). Otro escenario era 8 mil. Otra era 12 mil 500, que lo presentamos en una conferencia de prensa el 27 de febrero. Teníamos así hasta 28 mil, que se redondea a los 30 mil. No descartamos todavía en intervalo hasta 30 mil o 35 mil, es el intervalo plausible de lo que podemos encontrar. E incluso (tenemos) un escenario muy catastrófico (que podría ser) de 60 mil.”

Muy catastrófico escenario, predijo. Ese día, hace apenas dos meses y medio, México tenía 12 mil 725 muertos. Llegar a 60 mil muertos parecía muy-muy remoto. Veíamos a la distancia y con alivio a Italia, que ese 4 de junio tenía 33 mil muertos. Lo que padecía el Reino Unido, con 39 mil muertos, nos parecía ajeno. España tenía más del doble de muertos que nosotros: 27 mil. Y ni hablar del desastre de Estados Unidos, que contaba ya con 107 mil muertos.

Hoy, 79 días después, tenemos 47 mil 275 muertos más que aquel 4 de junio, 3.7 veces más muertos, en tan solo once semanas. Desde ese entonces, murieron un promedio de 598 personas por día, prácticamente 25 hombres y mujeres por hora. Antes, desde el 18 de marzo, cuando murió la primera persona infectada, hasta ese 4 de junio, la velocidad de la epidemia era baja, 3.6 veces más baja: en 78 días habían muerto 163 personas por día, 6 por hora.

Así que ya, ya estamos aquí, en el escenario “muy catastrófico” de 60 mil muertes provocadas por la Covid-19. Según las propias palabras del doctor (en política y en el servicio público se es rehén de las palabras), nos ha ido muy mal. Cuánto dolor. Cuánta tristeza. Qué pena para las 60 mil familias rotas. Esto ha sido una muy fea catástrofe que nos tiene entre los tres países con más muertes en el mundo.

El doctor López-Gatell, de 51 años, representante personal del Presidente en esta crisis, ha vivido desde mayo los momentos de máxima aceleración de sus actos (para usar su lenguaje), y cada una de las decisiones que ha tomado definieron su devenir: creo que ya no lo veremos trascender como un brillante servidor público, como muchos pensamos que ocurriría. El doctor cometió al menos tres errores graves: 1.- No prolongar un mes más el encierro. Justo en ese momento se aceleraron los contagios y muertes. 2.- Entercarse en no promover masivamente el uso del cubrebocas, lo que provocó más contagios. 3.- No obligar al presidente a cumplir su promesa de someterse a criterios técnicos. El doctor fue doblegado por el presidente y sus ansias de domador. López-Gatell debió convencerlo, o renunciar ahí mismo.

Lástima por él: dejando de lado a los ciudadanos covidiotas que siguen provocando tantos contagios y tantas muertes con sus irresponsabilidades, el rockstar de la 4T se equivocó y México padeció sus pifias, que son las del presidente…

 jp.becerra.acosta.m@gmail.com
Twitter: @jpbecerraacosta

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