Imagine usted, lectora-lector, que con tal de hacerse del poder en noviembre próximo, políticos republicanos y demócratas contrataran -cada quien por su lado- a diferentes hitman y ordenaran asesinar a ocho candidatos demócratas y siete republicanos.

Imagine usted que, además, capos estadunidenses (narcos gringos) asesinaran a otros nueve políticos de ambos partidos, para impedir que ganaran los comicios e imponer a sus propios mayors, funcionarios cómplices de sus bandas criminales, de sus cárteles.

Imagine usted la conmoción social plasmada en las primeras planas de los diarios The New York Times, The Washington Post, The Wall Street Journal, The Boston Globe, o el que usted quiera:

“Este 2024, las elecciones más sangrientas en la historia de EU: ya son 24 candidatos asesinados”

Imagine usted la portada de Time, con un target marcado sobre un Capitol Hill ensangrentado:

Bloody democracy

O con la Casa Blanca manchada de sangre:

Gunmocracy

¿Prefiere imaginar la portada en The New Yorker, con balas en forma de votos dentro de urnas sangrantes? ¿O qué se le ocurre para ilustrar semejante matazón política?

Ahora bien, imagine usted que esto ocurriera en Canadá. O en Chile, Argentina, Uruguay. ¿Prefiere Europa? ¿España con 24 candidatos asesinados y decenas más de funcionarios ultimados? ¿Francia, Italia, Alemania, Grecia? ¿Japón? ¿India? Ni en Rusia, donde sí asesinan opositores, ocurre algo así.

Va de nuevo: 24 candidatos y aspirantes asesinados. Ese es el macabro conteo en México durante el actual proceso electoral. El último caso, en Coyuca de Benítez, fue perpetrado en vivo a través de las redes sociales: una mano estira una escuadra y dispara en la cabeza de Alfredo Cabrera Barrientos, candidato del PRI a la alcaldía, mientras miles de personas miran la escena en sus gadgets.

¿Qué es esto? ¿Dónde estamos? ¿Cómo fue que normalizamos este México bronco reloaded? Este México bronco del siglo veintiuno, de 2024, donde políticos mexicanos mandan a asesinar a otros políticos, tal como ocurría después de la Revolución del siglo pasado, o como sucedió durante el salinato, cuando fueron asesinados cientos de opositores (el gran Cuauhtémoc Cárdenas no me dejará mentir).

Lo que ha ocurrido aquí desde los comicios de 1988 (gobernaba De la Madrid) es una barbaridad, y lo que además está sucediendo a partir de la elección de 2018, cuando gobernaba el PRI de Peña Nieto, y luego en 2021, con AMLO en el poder, es inadmisible. Este México narco, donde capos mandan a ejecutar a candidatos porque “la silla ya tiene dueño”, es decir, porque han decidido que un político equis, comprado por las buenas o las malas (plata o plomo), debe ser impuesto a punta de amenazas o balazos para que sea su lacayo, es insostenible.

Este México políticamente criminal es una enorme amenaza para la democracia. Si no nos percatamos del tamaño de este peligro, de su descomunal dimensión, vamos a acabar por tener no sólo una cleptocracia como la que teníamos durante el priismo, sino una oscurísima narcodemocracia nacional como la que ya se vive en varios municipios de la república, donde el crimen organizado asesina periodistas y gobierna de facto. ¿O alguien me va a venir a decir que no ocurre así, por ejemplo, en Tierra Caliente de Michoacán, o en zonas de Guerrero, Tamaulipas, Zacatecas, Guanajuato, Jalisco y Veracruz?

No podemos permitir que nos derroten los políticos criminales ni los capos metidos a políticos. Por eso tenemos que salir a votar masivamente. Por eso tenemos que salir a sufragar por quien se nos dé nuestra reverenda gana. Es la única manera de defender nuestra democracia, que tanta sangre nos ha costado desde el siglo veinte, y que tanta sangre nos sigue costando.

Salgamos todas y todos a votar. Las urnas nos necesitan hoy más que nunca. Cada voto es un pequeño bastión de eso que llamamos México. Las elecciones sí tienen que ser una fiesta democrática, una muestra de gran urbanidad, o al menos, en nuestro país de hoy, deben ser un rito democrático donde le rindamos tributo a quienes fueron asesinados a lo largo de este proceso electoral.

Por ellas y por ellos, vamos a votar. Sufragar hoy es hacer sociedad, hacer comunidad, hacer patria. De verdad.

Twitter: @jpbecerraacosta

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