Hace cuatro años la gran mayoría de la gente pensaba que Hillary Clinton vencería. En redes sociales, especialistas, analistas, periodistas, y algunos gringólogos de ocasión, lo daban por hecho y hasta apostaban acerca del margen por el cual ganaría la demócrata.

Yo no era tan optimista, porque gente que vive en Estados Unidos tenía otros datos y me los compartió: las encuestas le daban hasta cinco puntos de ventaja a Clinton, pero la mayoría de éstas estaban dentro del margen de error. Adicionalmente, el porcentaje de no respuesta, o de duda, llegaba hasta el 6%. Había un voto oculto por Trump.

Como recordatorio, así funciona el sistema indirecto de Estados Unidos: se necesitan al menos 270 de 538 votos electorales para ganar la Presidencia. Cada estado tiene asignado un número determinado de votos electorales, de acuerdo con su población: por ejemplo California tiene 55 votos electorales y Wyoming solo 3. Para ganar en el Colegio Electoral (538 votos en total) primero hay que triunfar en las urnas, al menos en suficientes estados, para juntar 270 votos electorales.

Hace cuatro años, el día previo a las elecciones, Clinton tenía asegurados 216 votos electorales, según las encuestas, y Trump contaba con 164. Había 158 votos en disputa. Cualquiera podía triunfar, porque había trece estados indecisos, varios con un buen número de votos electorales, como Florida (29), Pensilvania (20), Ohio (18), Michigan (16), Georgia (16), Carolina del Norte (15) y Arizona (11).

Si Trump ganaba esos siete estados (125 votos) llegaba a 289 votos electorales y Clinton se quedaba con 249. Incluso podía perder Ohio y ganar. Ya sabemos lo que ocurrió: Clinton ganó el voto popular con una diferencia de 2.8 millones de votos pero… perdió en el Colegio Electoral (304 a 227).

Bueno, ¿pues qué cree usted? Que el próximo martes podría ocurrir algo similar. Veamos: según Real Clear Politics (https://www.realclearpolitics.com/elections/2020/), que hace cálculos sobre el Colegio Electoral, hasta este viernes Joe Biden tendría asegurados 216 votos electorales. ¡Justo los mismos que le adjudicaban a Clinton hace cuatro años, dos días antes de los comicios! Trump, hoy, contaría con 125, es decir, 39 menos de los que le adjudicaban en 2016, pero ahora hay 197 votos electorales indefinidos, 39 más que hace cuatro años. Trump requeriría 145 de esos 197 que estarían indecisos. Difícil, pero no imposible.

Mire este ejercicio de estados indecisos en este 2020:

1.- En Florida (29 votos electorales) Biden apenas tiene un punto porcentual de diferencia a su favor. Nada, cualquiera puede ganar el estado.

2.- En Texas (38 votos) Trump va arriba por 2.3 puntos porcentuales.

3.- En Pensilvania (20 votos), Biden va arriba con 3.6. Margen de error.

4.- Ohio (18 votos), está empatado.

5.- En Michigan (16 votos), Biden está arriba apenas por encima del margen de error.

6.- En Georgia (16 votos), Biden está arriba por menos de un punto (0.8).

7.- En Carolina del Norte (15 votos), Biden va al frente por 1.2.

8.- Arizona (11 votos), está empatado.

Trump se podría dar el lujo de perder Arizona y ganar el resto de los estados indecisos que cité (siete) y… ganaría con 277 votos electorales. Biden se quedaría con 261 votos.

La expectativa es que ahora los estadounidenses que no quieren a Trump voten masivamente, no solo en todo el país en general, sino específicamente en los estados claves, para que Biden le dé una tunda y el actual presidente no pueda impugnar la elección y llevar el caso a la Suprema Corte (ahí acabó la elección del 2000 entre Bush y Gore), donde Trump tiene mayoría conservadora.

Ojalá el mundo se libre de este energúmeno a través del voto gringo, pero… este martes compre sus palomitas.

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