Desde hace muchos años se ha hecho pasar por un hombre de izquierda, progresista, liberal, democrático. Nadie me puede dar una sola evidencia memorable que acredite tal espíritu, más allá de las convincentes peroratas que despliega en corto y a veces en público. Y digo que sus oratorias son persuasivas porque, increíblemente, algunas mentes brillantes de la política y la sociedad civil mexicanas han creído su retórica y han sido seducidas por ese personaje que algunos veracruzanos osan llamar Don DAD.

No es algo nuevo en la historia nacional: ¿acaso Carlos Salinas de Gortari no tuvo comiendo en la palma de su mano a connotados intelectuales (aprendices de brujos, varios de ellos), a periodistas y artistas también (escritores, pintores, etcétera), quienes se volvieron sus más enjundiosos exégetas? Algunos maloras dirán que fue por el dinero que les daba en contratos, aunque yo creo que la cercanía con el poder también los hechizaba.

Pero, ¿quién es Don DAD? Está por cumplir 73 años. Es una especie de chavo abuelo de la política. Dicen que en privado es pelado cuando se enoja, porque es oriundo de Alvarado, pero patria no siempre es destino y las ocasiones que lo entrevisté (un par de veces, hace ocho vidas reporteriles) nunca soltó leperadas. Se cuida mucho en público porque le gusta aparecer como un señor inmaculado, sin yerros, escueto. Será muy difícil que se le vea en un video o que se le escuche en una grabación que pueda comprometer su honradez, pero hay que recordar que fue procesado penalmente en 1994 acusado de desvío de fondos públicos por 450 millones de pesos de aquel entonces, y permaneció encarcelado poco más de un año. Sus colaboradores decían que se trataba de una vendetta política de Ernesto Zedillo, lo cual no dudo porque ciertamente el ex presidente era muy rencoroso.

Además de eso, se le atribuyen nexos con gente que ha estado cerca de escándalos de corrupción, como es el caso de Segalmex, el gigantesco desfalco de 20 mil millones de pesos ocurrido durante este sexenio, pero no hay una imputación directa contra él. Eso sí, dime con quién andas y te diré quién eres, reza la picaresca de la política nacional, y aunque no es delito la portación y ostentación de parientes o amigos corruptos, muchas veces sí salpican, porque la forma es fondo en el sistema mexicano.

Políticamente Don DAD fue muy cercano a Salinas de Gortari y a uno de lo más eficaces pero oscuros personajes de la segunda mitad del siglo veinte mexicano: el militar y policía Fernando Gutiérrez Barrios, antiguo encargado de la Dirección Federal de Seguridad, aquella oficina-mazmorra de tan ingratos recuerdos para los opositores mexicanos reprimidos a lo largo del priismo.

Durante el sexenio de Salinas de Gortari, Don DAD fue gobernador sustituto en Veracruz, cuando Gutiérrez Barrios dejó el cargo en diciembre de 1988 para irse a trabajar como Secretario de Gobernación en Bucareli. Gutiérrez Barrios lo nombró con la venia del entonces presidente y el Congreso local, porque Don DAD, que es abogado, había sido, desde 1986, Secretario de Gobierno del militar-policía-político. Desde suelo veracruzano, nuestro personaje estuvo hasta 1992 trabajando hombro con hombro junto a Salinas de Gortari y Gutiérrez Barrios.

Fue Secretario de Organización del PRI en el salinismo y, en 1993, sin ningún mérito en la diplomacia, Salinas de Gortari lo nombró embajador en Italia, donde permaneció poco más de un año, cuando fue sustituido por un viejo lobo de la grilla, un hombre nada diplomático, Mario Moya Palencia, ex Secretario de Gobernación con Luis Echeverría. A la sazón, en los setentas, don Fernando era su subsecretario, así que imagine usted a ese trio en 1971, durante el halconazo que reprimió a estudiantes.

Esa es la escuela de Don DAD. Un año después, en 1994, renunció al PRI. Algunos malquerientes afirman que fue un berrinche porque quería volver a ser gobernador de Veracruz y se lo impidieron: alegaba que él no había sido electo cuando fue gobernador sustituto y que por tanto no estaba impedido constitucionalmente para tener otro mandato.

Quiso emular a Cuauhtémoc Cárdenas y a Porfirio Muñoz Ledo y creó un partido político, Convergencia, que para muchos observadores no fue otra cosa que un negocio para quitarle votos a la oposición, como el Partido Verde, que se vende al mejor postor. Y luego, como ese business político no funcionó electoralmente, creó Movimiento Ciudadano.

¿Qué hace a Dante Alfonso Delgado Rannauro un supuesto opositor, líder de masas liberales y progresistas que no quieren ser priistas, panistas ni morenistas? Un mito, que sólo puede entenderse con la literatura, leyendo buena parte de El Gesticulador de Rodolfo Usigli, una narración sobre funestos demagogos.

Y sólo agrego una pregunta: ¿a quién cree que le quitará votos Movimiento Ciudadano, a Morena o a la oposición? Yo lo veo muy fosforeno. No sé usted.

BAJO FONDO

Si uno de sus principales colaboradores ha llevado como rotundo apelativo el de Ataúd Godínez -o Gutiérrez, ya no recuerdo-, por sus abyectos servicios al poder, saque usted sus conclusiones acerca de quién es realmente el personaje.

TRASFONDO

El carnero -dirían en Uruguay- siempre es fosforescente en las comedias de muñecos.

Twitter: @jpbecerraacosta

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