Iba a teclear este título: “Por qué creo que la oposición perderá en 2024”.

Rectifiqué porque la política no es un asunto de creencias, no es un asunto de fe. A veces, incluso muchas veces, es un asunto de percepciones, pero no de fe. Ese es justamente el principal problema que tiene la oposición al hacer una prospectiva política rumbo a la siguiente elección presidencial: sus hombres y mujeres, incluidos en primerísimo lugar sus intelectuales y comentaristas, parten de una creencia, de una fe que naturalmente carece de sustento en los hechos.

La gran mayoría de los mexicanos tenía un anhelo de que Andrés Manuel López Obrador fuera presidente, pero no se trataba de un estado de ánimo religioso o místico (por más que él abusó con el concepto de “Morena” en alusión a la Virgen de Guadalupe), sino de un deseo de que por fin acabara la pesadilla de más de ochenta años que representaron los gobiernos del PRI y el PAN. Un deseo que provenía de algo muy concreto que era el hartazgo. El hartazgo de la corrupción, del autoritarismo, de la insolencia, de las desigualdades, de la insensibilidad y de la codicia insaciable de aquellos gobernantes.

Si forzamos la acepción a términos muy coloquiales, la mayoría de los mexicanos “le tuvo fe” al hoy Presidente, como se le tuvo “fe” al Cruz Azul y al Atlas durante largos años que no consiguieron un campeonato, y como se le tiene “fe” a un doctor, es decir, confianza.

La oposición simplemente “cree” que Morena perderá, pero hoy la mayoría de los mexicanos no le tiene “fe” a la oposición para que vuelva a Los Pinos (asumo que eso haría en el improbable caso de que triunfe, volver a Los Pinos), de acuerdo a lo que marcan hoy las encuestas.

¿Sabe usted cuál es hasta este día el muy rotundo argumento de la oposición para afirmar que Morena perderá en 2024? Desde hace un par de semanas me lo han espetado como una especie de mantra, de virus infalible: que… el Presidente no estará en las urnas.

No, bueno, si son unos genios, diría uno de los suyos. Caray, si se tardaron meses en elaborar tan meticuloso concepto para tratar de imponerlo en artículos y revistas como una percepción que imaginan (tienen fe) que se volverá realidad más adelante, pues caray, suerte con eso.

Afirman, como esperanza retroactiva (si acaso pudiera existir tal delirio que modifica el pasado), que el Presidente no estuvo en las boletas en 2021 (eso es cierto) y que por tanto Morena perdió en los comicios, y entonces compruebo que su problema no solo se trata de un asunto de fe, sino de daltonismo político o de negación absoluta de la realidad, ya que Morena y sus aliados ganaron la mayoría de los estados donde hubo comicios para gobernador, y lo hicieron de forma abrumadora: obtuvieron 12 de 15 gubernaturas en juego. Si eso no fue, en su discernimiento, una paliza y una enorme expansión territorial de Morena y aliados hasta gobernar ya 18 entidades, entonces comprendo por qué están asidos a la fe.

En el Congreso, Morena y aliados son mayoría y solo en Ciudad de México la oposición pudo darle un revés al partido del Presidente, en lo que fue un rotundo voto de castigo por sus numerosos errores.

Este año habrá elecciones para gobernador en seis estados (Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas) y, de acuerdo a las encuestas disponibles, Morena y sus aliados triunfarán en al menos tres estados. Es decir, que rumbo al 2024 gobernarían en 21 entidades.

Lo que se ve (no lo que se cree o se quiere hacer creer a los demás para que se vuelva percepción y luego certeza) es que, salvo en la capital que tuvo un retroceso, Morena sigue avanzando y seguirá avanzando… sin el Presidente en las boletas.

¿Cuál es la propuesta de la oposición desde ahora para el 2024?, les he preguntado a sus divulgadores. “La misma razón: AMLO no estará en las boletas” ¿Eso es todo?, insisto. “En las boletas habrá un personaje de Morena (Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard) que no es nada al lado del Presidente. No tiene sus capacidades proselitistas ni su popularidad”.

Entonces, al día de hoy, tienen fe, rezan para que Marcelo y Claudia no sean buenos y populares candidatos en menos de dos años y que pierdan, persisto. “Pues… sí”. No tienen ustedes un buen candidato y no tienen nada bueno qué proponer más que la ausencia de AMLO y entonces esperan que Morena tenga un mal candidato para que alguien gris de ustedes, sin ofrecer nada, gane, como por arte del espíritu santo.

No es que estén moralmente derrotados, sino que están políticamente extraviados y por eso van a perder, a menos que cambien esa su fe por algunas dos o tres buenas ideas que no surjan de las mentes de los exégetas del antiguo régimen…

¿O usted cómo la ve?

BAJO FONDO

En agosto de 1941, hace 80 años y unos seis meses, las tropas nazis asediaron y tomaron Ucrania. Luego de miles y miles de muertos, le dieron una paliza a los soldados soviéticos, que cometieron varias pifias por la terquedad de Stalin para no ceder Kiev. Qué extraña es la historia cuando la desmemoria o la ignorancia predominan: hoy, un personaje más cercano a Hitler (agresor y humillador de rusos y soviéticos) que a cualquier liberador, un personaje conflictivo de catadura idéntica a Trump, muy limitado en su forma de concebir la geopolítica, agrede a una nación dirigida por un judío, calificando su gobierno electo democráticamente… como nazi. La historia es una colección incesante de inauditos.

Salvo que ocurra algo justamente insólito en términos militares, Putin se hará de Ucrania como lo hizo con Crimea en 2014. Pobres ucranianos, cuánto sufrimiento han tenido siempre, no solo desde que padecieron la bota genocida de Stalin, y lo que les espera bajo el yugo de este hombre. La pregunta es, ¿a dónde irá después de avasallar a Ucrania el ex agente de la KGB, que ha sido entronado y casi endiosado por su propio pueblo, y que sueña con revivir a la URSS y su eje? ¿Cumplirá sus amenazas y avanzará a Finlandia y Suecia?

Qué increíble lo que estamos viendo. Parece el guion de una pésima e inverosímil película de guerra con actores francamente mediocres por su naturaleza. Y qué difícil para Estados Unidos y la Unión Europea asimilar que, haga lo que haga Putin, no lo detendrán, no lo pueden detener, no lo van a detener, porque eso implicaría desatar una guerra en Europa con consecuencias impredecibles…


jp.becerra.acosta.m@gmail.com
Twitter: @jpbecerraacosta

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