Ya lo había adelantado yo por aquí: no sólo miembros del crimen organizado ordenan agredir y asesinar a periodistas, éstos siguen siendo atacados y aniquilados a manos de políticos y funcionarios. Es gente que se siente fiscalizada por el periodismo. Gente que quiere seguir siendo corrupta, o perpetuarse en el poder. También, por supuesto, hay capos criminales que mandan a ejecutar a colegas a lo largo de toda la república, pero la mayoría de nuestros compañeros han caído por instrucciones de un funcionario, de un político.

Así se desprende del minucioso informe que dio a conocer hace unos días la oficina para México de la organización Artículo 19. Veamos: en lo que va del sexenio, hasta el 31 de marzo de este año, se registraron 3,408 agresiones contra la prensa. Eso representa, en promedio, una agresión contra un periodista cada 14 horas en algún lugar del país.

Imagine la nota, por ejemplo, en la Francia de las Olimpiadas: imagine que los enviados especiales a París informaran que en aquel país cada catorce horas una colega o un colega sufre algún tipo de agresión.

Qué vergüenza, qué desgracia.

Y eso incluye no sólo “agresiones” en abstracto sino el asesinato de 46 periodistas, y por si eso fuera poco, también cuatro colegas desaparecidos.

“A manera de comparación -expone Artículo 19-, el gobierno de Enrique Peña Nieto dejó un país en el que se cometieron al menos 2,502 agresiones contra la prensa, incluso 46 asesinatos de periodistas y cuatro desapariciones. En este sentido, en materia de violencia contra periodistas y medios de comunicación, Peña Nieto ya había dejado en el país un panorama desolador. Como publicamos en el informe anual de 2018 (…), en el sexenio anterior ‘el silencio se convirtió en una forma de vida para las y los periodistas’. No obstante, al cierre del gobierno de López Obrador se identifica que no pudo detenerse la violencia, por el contrario, hubo un incremento porcentual de 62.13% de agresiones contra la prensa respecto al gobierno anterior”.

Como si no hubiéramos estado muy jodidos antes, las agresiones contra periodistas crecieron desmesuradamente. ¿Producto de qué? De la impunidad siempre creciente de autores intelectuales y materiales. Y de la incapacidad e ineficacia de los gobiernos estatales y las fiscalías, también.

A nivel federal las cosas no están mucho mejor: Artículo 19 informa que la FGR, por medio de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), “se ha mostrado incapaz de hacer investigaciones exhaustivas y diligentes en todos los casos, dejando a la mayoría de los periodistas en situación de vulnerabilidad y sin acceso a la justicia”. La FEADLE, por ejemplo, ha reducido el número de indagatorias por delitos cometidos contra periodistas en este sexenio. En comparación con el periodo de Peña Nieto, en los últimos cinco años puede apreciarse una reducción de 28.40 % en las indagaciones iniciadas por la FEADLE, a pesar de que las estadísticas demuestran que la violencia contra la prensa ha crecido 62 % con respecto al sexenio anterior. Algo más grave, apunta, es que sólo ha dado inicio a 14 procesos de investigación por asesinatos de periodistas. Es decir, de los 46 asesinatos documentados, la FEADLE sólo ha tomado 38.43 % de los casos de homicidios de periodistas.

(Aquí hago una pausa que suelo hacer desde hace sexenios cuando hablo del tema. Me parece que los asesinatos no deberían desmenuzarse como “los muertos de Calderón”, “los muertos de Peña Nieto”, “los muertos de López Obrador”, y ahora vendrán “los muertos de Sheinbaum”, porque al simplificar la tragedia de esa manera los propios periodistas exculpamos -deliberadamente o por imprecisión- a los gobernadores y a las fiscalías, a los primeros porque es de ellos la responsabilidad de garantizar la seguridad en cada estado, y las segundas porque es su deber indagar esos homicidios.)

Vuelvo al informe, que abarca este sexenio del gobierno federal pero también los gobiernos que han pasado durante este tiempo en las 32 entidades. Hablemos de las agresiones, del tipo de agresiones más comunes durante el sexenio, que fueron la intimidación y el hostigamiento, con 880 casos (25.82%) y la amenaza, con 682 (20.01%). Aquí, una pausa: 282 fueron amenazas de muerte.

Nótese bien: los periodistas en México, buena parte de nosotros, hemos vivido a lo largo de los años y de las décadas, en distintos momentos, intimidados, hostigados y amenazados. Y cuando eso no ha funcionado, vea lo que pasa: los ataques físicos a periodistas en el periodo referido fueron 295 y hubo 164 casos de privación de libertad.

Habría que agregar los exilios para el próximo recuento, sugiero, porque casos de “desplazamiento” sí fueron documentados bajo ese término: hubo 39 en el sexenio, lo cual puede implicar que un periodista de Sinaloa huya de ese estado y vaya a trabajar a Yucatán, por ejemplo, pero un periodista exiliado tiene que abandonar el país y eso silencia la voz de un colega y su trabajo en territorio nacional.

En cuanto a los perpetradores de la violencia, Artículo 19 señala que “el Estado mexicano, por intermedio de sus autoridades”, es decir, de políticos y funcionarios de los tres órdenes de gobierno y de los tres poderes, se mantiene como el principal agresor de la prensa, con 1,559 agresiones, equivalentes a 45.75 % del total. Esto es, que casi la mitad de las agresiones surgen de ahí, de quienes ostentan el poder público.

Los particulares, como individuos o empresas, agredieron a la prensa en 673 ocasiones (19.75 %), y es hasta el tercer sitio donde aparecen integrantes de grupos de delincuencia organizada, con 280 casos (8.22 %), Finalmente, se enlistan a los partidos políticos, con 148 casos documentados (4.34 %). Yo, a éstos últimos, los englobaría como parte del Estado.

Lo anterior se vincula con el hecho de que el 50% de las agresiones se perpetraron contra periodistas que cubrían asuntos políticos y de corrupción y sólo del 23 % de los atraques los padecieron colegas que se dedicaban a nota roja y temas de inseguridad.

Porque tenemos políticos que mandan a matar, tenemos sicarios que matan.

México mágico, ha dicho recientemente uno de éstos.

Qué horror

BAJO FONDO

Otro patrón para agredir a los periodistas de los últimos cinco años y tres meses fue el acoso judicial, del cual se documentaron 158 casos, según informa Artículo 19. Esto es el equivalente a que cada mes se iniciaron, en promedio, al menos dos procesos contra periodistas y medios de comunicación por sus publicaciones o investigaciones.

Amenazas, agresiones, o cárcel. O plomo.

Vaya aristocracia política tenemos en cada uno de los estados de este país.

Y por cierto, ¿cuáles son las entidades donde hay más agresiones documentadas contra periodistas? Ciudad de México (582, casos), Guerrero (247), Puebla (241), Quintana Roo (236) y Veracruz (199).

AL FONDO

Al mejor estilo Denegri, son vendedores de silencio.

O truenan sus falacias.

No les bastan sus 1,201 millones de jornadas deshonrosas.

Twitter: @jpbecerraacosta

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