¿Qué dejó de aprendizaje el operativo de las fuerzas federales realizado el jueves pasado en Culiacán? Expongo varios apuntes preliminares…

1.- En una decisión muy controvertida y severamente criticada por algunos sectores de la comentocracia, quizás el Presidente de la República acertó hace tres años y tres meses, cuando ordenó a sus tropas dejar libre a Ovidio Guzmán López , hoy de 32 años, para evitar una masacre que, de acuerdo a sus cálculos, podría haber causado un baño de sangre con un saldo de 200 vidas perdidas (“civiles inocentes”), todo como consecuencia de un operativo “precipitado”.

Quizás acertó en aquel entonces Andrés Manuel López Obrador , aunque mancilló el prestigio de las Fuerzas Armadas porque éstas se exhibieron doblegadas y quedaron en ridículo como jamás les había ocurrido, pero sin duda que la madrugada de este jueves pasado su gabinete de seguridad sí dio en el blanco.

Atinó de manera rotunda porque la captura del hijo de Joaquín El Chapo Guzmán se consiguió gracias a seis meses de discreción y un semestre de reconocimiento y vigilancia en el área de influencia del grupo criminal que comandaba Ovidio “N”. Fue un trabajo pulcro de planeación y coordinación entre los órganos de inteligencia del Estado mexicano, con el Ejército, la Guardia Nacional y la Fiscalía General de la República (FGR) a la cabeza, lo cual se notó en la estrategia para interceptar en tierra a Guzmán López sin que se produjera una masacre, pero sobre todo se percibió en el eficiente plan para extraerlo del lugar vía aérea sin que se presentaran graves obstáculos.

2.- El Estado mexicano recuperó algo que había extraviado y que es su potestad constitucional: el uso legítimo de la fuerza. El adagio de “abrazos no balazos” quedó sepultado durante dos momentos de la madrugada del 5 de enero: primero, cuando los efectivos militares repelieron a ras de suelo el ataque del comando de Ovidio “N” , y después, cuando al menos un helicóptero de las Fuerzas Armadas lanzó desde el aire andanadas de metralla que acababaron por someter a los criminales que escoltaban a quien valía cinco millones de dólares de recompensa en Estados Unidos.

Fue un alivio constatar la superioridad de fuego de las tropas y su libertad para operar como consideraran pertinente en delicadísimos momentos de combate. Algunos estudiosos de los temas de seguridad llevan años alegando (la mayor parte de ellas y ellos lo hacen de buena fe) que la letalidad de soldados y marinos en combate es muy superior a la de los criminales. Hombre, pues sí, afortunadamente así es. La nota, gravísima, preocupante para el país, sería que en cada enfrentamiento cayeran siete soldados por cada delincuente abatido, o que ningún criminal fuera neutralizado ante el fallecimiento de once marinos.

Con el éxito que tuvieron el jueves, las Fuerzas Armadas recuperaron el orgullo, el espíritu de cuerpo en combate que parecía perdido porque el Presidente tenía maniatados a los militares: muchas obras y encargos millonarios, pero cero combates para neutralizar criminales que asuelan regiones enteras. Huyan, aguanten afrentas y humillaciones, reciban escupitajos, insultos, golpes y balazos, pero no respondan, soldados-marinos-guardias. Eso, lo vimos claramente durante cuatro años, envalentonó a los criminales, cuya insolencia y desparpajo fue creciendo hasta niveles inadmisibles.

3.- Se acabó (espero que el Presidente no recule) eso que citaba yo hace unos segundos, la impunidad con que ya operaban los criminales en distintas regiones del país, muchas veces ante la mirada complaciente o resignada de las tropas. Matanzas entre cárteles por aquí, desapariciones masivas por allá, y había que esperar estoicamente, firmes, a que los programas sociales rindieran frutos mientras las balas silbaban por todos lados y ensangrentaban mucho más distintos territorios. Los programas sociales no deben verse como sustitutos de una estrategia de seguridad para inhibir la violencia criminal; ambos son elementos complementarios de cualquier política de Estado que pretenda generar protección ciudadana.

Hoy, después de lo ocurrido el jueves, los criminales, se llamen como se llamen, se apoden como se apoden, representen las siglas que representen, saben que, o le bajan a su violencia y a su descaro delictivo, o les va a llover fuego del cielo para que puedan ser capturados, apresados y quizá extraditados a Estados Unidos, sin que nadie lo impida, salvo algún juez de dudosa probidad.

4.- El narco no es tu amigo. Parafraseo una exitosa y controvertida campaña de comunicación interna que hubo en la UNAM a principios de 2018, hace cinco años, al final del sexenio de Enrique Peña Nieto : “No es tu amigo. Es un narco.”, fueron las frases utilizadas para hacer consciencia sobre la violencia que pueden desatar los narcotraficantes en cualquiera de sus modalidades.

Este jueves pasado, en calles de Sinaloa, eso mismo quedó claro. Células integrantes del grupo delictivo de Ovidio “N” realizaron 19 bloqueos y agresiones armadas en Culiacán, incluidos ataques al aeropuerto internacional y a la Base Aérea Número 10. Ahí, en el aeropuerto, un avión de Aeroméxico fue impactado por una bala cuando sicarios arremetían contra una aeronave de la Fuerza Aérea Mexicana .

“¿Qué pasó, mamá? ¿Por qué?”, preguntaban niños agachados y tirados al piso a bordo del aparato comercial, un Embraer 190, matrícula XA-VSU . “Agáchate, agáchate”, ordenaba su padre ante los balazos de origen criminal.

Es un narco. No es tu amigo. Culiacán fue una jungla este jueves. Saqueos, rapiña, coches estrellados contra locales comerciales para robar refrigeradores y todo tipo de objetos, como pantallas de televisión. La base social narca operando para hurtar y causar miedo, pánico, zozobra. Robo de tráileres, quema de tractocamiones, despojo de mercancías. Convoyes y retenes de sicarios, balaceras, robo y despojo de 250 vehículos. Al final, según el recuento del General, 29 personas perdieron la vida y 35 resultaron heridas. Entre los fallecidos hay 10 militares y 19 integrantes del Cártel del Pacífico . Afortunadamente no hubo bajas colaterales, siempre según la Sedena.

El narco no es tu amigo, aterroriza a tu hijo en un avión, se roba tu mercancía, destroza tu negocio, te despoja de tu coche y luego lo quema. Mata a tus militares, a tus policías, puede herir a ciudadanos inocentes. Amenaza a medio mundo y extorsiona a quien se le da la gana. El narco desquicia la economía, provoca que se cancelen 102 vuelos desde y hacia diferentes sitios de Sinaloa.

La secretaria federal de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez , dijo este jueves sobre el gobierno de López Obrador:

“No venimos a ganar una guerra, venimos a construir la paz.”

Pues sí, Secretaria y ex colega, suena muy lindo, pero para alcanzar esa paz en medio de las batallas sicarias mexicanas primero se tiene que ganar la guerra del uso legítimo de la fuerza, así que no está nada mal como aprendizaje de un jueves negro: metrallas, no abrazos, el narco no es tu amigo.

No es pueblo bueno, pues. ¿O sí?

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