Sí, el Ejército mexicano sí sabía todo lo que sucedía en la infausta noche de Iguala de aquel 26 de septiembre de 2014.

Sí, también sabía todo (pero todo, ¿eh?) lo que ocurría en ese municipio la madrugada del 27 de septiembre, y en los vecinos ayuntamientos de Coyuca y Huitzuco de los Figueroa.

¿Por qué lo sé? Porque tuve la oportunidad de reportearlo, documentarlo, y el 26 de enero de 2015, cuatro meses después de la tragedia de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa , publiqué las bitácoras militares de aquella espantosa noche, enriquecidas con testimonios de soldados y civiles que habían estado en los lugares de los hechos. En ese entonces yo era reportero de Asuntos Especiales de Grupo Milenio y, junto a Carlos Marín (a la sazón Director Editorial del Grupo), indagué el asunto. Cada quien reporteó fuentes (él las suyas, ciertamente de manera estupenda), y decidió que yo redactara y firmara los textos: el segundo se publicó el 25 de febrero, y el tercero ocho meses después, el 2 de octubre del 2015.

¿Qué se asentaba en las bitácoras, en los partes del Ejército? Lo que hicieron los soldados del 27 Batallón de Infantería, paso a paso, cada hora, muchas veces cada minuto. La noche de aquel viernes, la mayor parte de los militares estaba franca y en el cuartel solo permanecían de guardia 23 elementos, así como una Fuerza de Reacción compuesta por 21 soldados y 41 elementos de personal administrativo, entre cocineros, meseros, oficinistas y mecánicos, como publiqué en aquel entonces.

De acuerdo con información a la que tuve acceso, así como testimonios recabados con algunos oficiales y elementos de tropa del 27 Batallón, los militares estaban al tanto de lo que estaba aconteciendo, es decir, de las agresiones a balazos contra los jóvenes normalistas , ya que la mayor parte de éstas ocurrió a una distancia de dos kilómetros en línea recta del cuartel, y había soldados desplegados en las calles que se percataron de lo que ocurría, además de que, de tiempo atrás, tenían control del llamado C4, es decir, el centro de monitoreo de la ciudad a través de cámaras de vigilancia y frecuencias radiales.

Al comienzo de los acontecimientos, el entonces secretario de Seguridad Pública del municipio, Felipe Flores, mintió a los mandos militares: vía telefónica dijo que no tenía conocimiento de ningún incidente con estudiantes de Ayotzinapa, y a pregunta expresa del comandante del Batallón, José Rodríguez Pérez, negó que él o sus hombres hubieran detenido normalistas. Luego se documentó que sus policías, otros de Cocula y unos más de Huitzuco, capturaron a los estudiantes y los entregaron a criminales del cártel Guerreros Unidos, ya que pensaban que junto con los normalistas venían mezclados sicarios de su grupo rival, Los Rojos.

Los miembros de Guerreros Unidos tenían razones para estar paranoicos aquella noche: la mañana del 26 de septiembre un comando de sus rivales ingresó a Iguala y atacó un car wash que pertenecía a gente de Guerreros Unidos. Por la noche, alguien les dio aviso que en los autobuses que estaban tomando los normalistas había sicarios que no solo querían reventar un acto de la esposa (María de los Ángeles) del alcalde José Luis Abarca, sobre quien ya pesaban numerosas imputaciones por presuntos nexos con el narco y varios asesinatos, sino volverlos a atacar.

Eso desató la feroz persecución de los autobuses y los estudiantes que ahí viajaban, orquestada por los grupos policiales que estaban a servicio de los narcos locales.

El gobierno de Guerrero también se comportó fatal: se negó a intervenir cuando los hechos ya estaban en desarrollo, de acuerdo con una conversación telefónica que sostuvo el mismo comandante militar con José Adame Bautista, coordinador operativo de la Policía Estatal en la zona norte, a la cual pertenece Iguala. El sujeto dijo que, para intervenir, esperaba… “órdenes”.

¿Por qué si el Ejército sabía lo que sucedía no intervino? Porque en las balaceras se hubiera tenido que poner del lado de la autoridad legal y constitucionalmente establecida, que en ese caso eran los policías agresores de los estudiantes.

¿Por qué entonces se desplegaron en las calles varios elementos militares sin intervenir, incluidos dos soldados vestidos de civil? Lo hicieron para pasar información de “inteligencia”. Lo hicieron ante denuncias ciudadanas, las cuales alertaban sobre la “agresión de gente armada contra civiles”, según me argumentaron en ese entonces.

El asunto es que en el 27 Batallón de Infantería de Iguala sí supieron -en todo momento, cada hora- que policías municipales agredieron a estudiantes de Ayotzinapa, que detuvieron a un número indeterminado de jóvenes (“decenas”, asentaron), que éstos fueron trasladados a varios puntos en camionetas policiales, y que los entregaron a civiles armados.

El cuartel de Iguala reportó los hechos a su “superioridad” en Chilpancingo, Chilpancingo a la “superioridad” en la Defensa Nacional de Ciudad de México, y ésta informó al presidente Enrique Peña Nieto muy temprano en la mañana del sábado 27 de septiembre de 2014, según lo que me declararon.

Siempre, hasta hoy, había escrito que el Estado no desapareció a los estudiantes, porque no había indicios del involucramiento del gobierno federal en tal crimen, pero sí fue, a través del Ejército, notoriamente omiso ante los excesos de otros cuerpos de seguridad (los municipales) que -siempre hago la apostilla- también formaban parte… del Estado mexicano.

Hoy, luego de los videos de los marinos en el basurero de Cocula, ya tengo dudas.

¿Usted no?

BAJO FONDO

Con ese video de los marinos en el basurero de Cocula, me pregunto varias cosas:

-¿Se trató simplemente que en el gobierno federal peñista obtuvieron información de que ahí había restos humanos calcinados y fueron a resguardar la zona mientras llegaba el procurador Jesús Murillo Karam ?

-¿Por qué prendieron fuego en el lugar?

-¿Qué había en los bultos que se aprecian en las imágenes?

-¿Alguien les ordenó alterar la escena? ¿Llevar restos humanos en bultos?

-¿Qué supo de todo esto el actual almirante Secretario de Marina, Rafael Ojeda Durán , que estaba destacamentado como comandante de la Octava Región Naval en Acapulco? ¿Algo y no lo había dicho? Mal. ¿Nada? Mal.

-¿Por qué hasta ahora se dan a conocer estas imágenes? ¿Cuántos videos más hay y qué contienen? ¿50 nada más? ¿Quién gana? ¿Quién pierde? Gana el gobierno federal actual porque con esto nos recuerda la forma en que gobernaban los priistas, pero también pierde esta administración, porque dilató en dar la información y porque no da más detalles de lo que ahí sucedió ni de qué mandos estuvieron involucrados.

-¿Qué otra información nos han ocultado el gobierno de Peña Nieto primero y ahora el de Andrés Manuel López Obrador ? Siete años y seis meses de manipulación, silencios, mentiras. Tienen mucho qué explicar el Ejército, la Marina, el Centro Nacional de Inteligencia (antes CISEN), la Fiscalía General de la República (antes PGR), el gobierno de Guerrero y la Presidencia, a través de quienes estuvieron al frente de esos puestos en 2014, 2015 y ahora.

AL FONDO

Hay quienes estos días quieren hacer parecer como novedad el hecho de que el Ejército tuviera informantes en Ayotzinapa : eso ya se sabía desde 2014, y fue publicado, pero el entonces gobierno federal hacía malabares para contener la información, porque había indicios de que gente de Los Rojos había infiltrado parte de la Normal Rural, y el gobierno federal temía que, si esos datos se publicaban masivamente, la opinión pública se les iría encima señalando que Peña Nieto y su gente intentaban criminalizar a los 43, quienes, por cierto, eran jóvenes de recién ingreso en la escuela, y por supuesto que no tenían ninguna relación con narcos, ni muchos menos sus padres.

EN EL FONDO

A ver si finalmente en este sexenio alguien se atreve a profundizar en la vertiente de El Patrón, ese personaje guerrerense (oriundo de Huitzuco de los Figueroa, según indicios del caso), al que varios sicarios, capos, policías y no pocos funcionarios locales reportaban y pedían orientación la noche del 26 de septiembre, la madrugada del 27, y en jornadas posteriores…


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