Hay un rápido incremento de contagios, hospitalizaciones y muertes en el país a causa de la tercera ola de coronavirus. Los datos siguen siendo muy duros para México. Reflejan una gigantesca catástrofe. Nuestro país tiene el vergonzoso cuarto lugar mundial en cuanto al número total de muertes, con 237 mil 954 fallecimientos reconocidos por el gobierno federal, y eso sin contar los datos del INEGI de muertes Covid-19 en el primer semestre de 2020 (33 mil 641 más que las reportadas por el gobierno), ni tampoco los registros de actas de defunción por Covid, y las muertes en exceso asociadas a la misma enfermedad y contabilizadas por la Secretaría de Salud, que en conjunto elevan la cifra a 387 mil 499 muertos, con cifras actualizadas hasta el 5 de julio https://coronavirus.gob.mx/exceso-de-mortalidad-en-mexico/).
Seguramente el dato, hasta este día, será mayor, pero cerremos la cifra en 400 mil muertos. Es el equivalente a cuatro estadios Azteca repletos de cadáveres en sus gradas. Cuarenta Auditorios Nacional llenos de restos humanos en sus butacas. No perdamos la dimensión de la tragedia colectiva.
Entre los veinte países más afectados por la pandemia en el mundo, México ocupa el cuarto lugar en muertes por 100 mil habitantes (https://coronavirus.jhu.edu/data/mortality), de acuerdo a la Universidad Johns Hopkins que ordena este tipo de datos.
Tiene el lugar 21 en muertes Covid por millón de habitantes (https://datosmacro.expansion.com/otros/coronavirus).
Y ocupa el primer lugar en muertos por cada 100 casos confirmados (https://coronavirus.jhu.edu/data/mortality). Así la letalidad en nuestro país.
En vacunas aplicadas por cada 100 residentes, México tiene el lugar… 71 del mundo (https://ig.ft.com/coronavirus-vaccine-tracker/).
Con estos datos, consecuencia en buena medida de las erráticas políticas públicas del gobierno federal (escasa aplicación de pruebas en la primera ola, fin del confinamiento de manera precipitada cuando la primera ola estaba en su fase más acelerada, tardío confinamiento en la segunda ola, negativa para fomentar el uso masivo de cubrebocas), no hay espacio para bromas, ligerezas e irresponsabilidades de servidores públicos.
Por si no lo vio, le cuento a usted del arrebato de machismo sanitario de Manuel Bartlett , director de la CFE (https://twitter.com/cirogomezl/status/1418414376218992640?s=21): el jueves, en conferencia de prensa sobre los apagones de luz de diciembre pasado, un colega reportero, que portaba cubrebocas, como debe de ser en lugares cerrados, preguntó con voz rápida pero clara, comprensible para todos:
-Además de seguramente la investigación administrativa que van a solicitar en contra de la empresa Acciona, ¿van a acudir a la acción penal?
Y Bartlett, con una mueca, una sonrisa burlona, espetó:
-A ver, les voy a contar una cosa: con el bozal no se oye ni se entiende. Como estamos casi todos vacunados y estás lejos, quítatelo para hablar porque no se entiende nada de lo que dices… -humilló y ordenó a mi colega de Televisa, Mario Torres, que es un excelente reportero.
En la política mexicana de la 4T, como sucedió durante el priato, la forma sigue siendo el fondo. El arrebato y la prepotencia de Bartlett son un fiel espejo del Presidente y del subsecretario López-Gatell , reflejo de la ignorancia, de las tergiversaciones, de las mentiras, de los dogmas, de las irresponsabilidades que hemos visto en el ejercicio público durante este sexenio.
Estoy tentado a ponerle calificativos severos a Bartlett, muy merecidos desde el fraude electoral priista que orquestó en 1988, pero hágalo usted aquí, si gusta: _________. Yo solo digo… ¡qué tipo! Eso que exhibió es lo que abreva en Palacio Nacional. En plena y acelerada tercera ola, ¿no sabe el señor que donde más contagios se generan es en lugares cerrados? ¿No sabe que incluso los vacunados pueden contagiarse y ponerse graves y morir y contagiar a otros y ponerlos graves y matarlos?
Si nunca supo ponerse un cubrebocas durante la pandemia, qué le van a importan las vidas de los demás…
Bajo fondo
La prestigiada revista The Lancet publicó esta semana, el martes pasado, un artículo en el que señala que, de 21 países estudiados, los más afectados por la pandemia, México ocupa el tristísimo primer lugar en cuanto al total de niños huérfanos: 131 mil 325 niños mexicanos huérfanos se estiman en el texto publicado en The Lancet. En cuanto a la tasa de huérfanos por cada mil niños, México tiene el tercer lugar, detrás de Perú y Sudáfrica (https://www.thelancet.com/action/showPdf?pii=S0140-6736%2821%2901253-8).
¿De qué se ríe Bartlett? ¿Le hacen gracia esos huérfanos, o ni siquiera entiende ni asimila lo que sucede? ¿Cómo osa, socarronamente, pedir a alguien que se quite el cubrebocas? ¿Para generar más huérfanos?
Al fondo
La UNAM, que toma decisiones basada en hechos, en datos médicos y científicos, no en volutas de humor, decidió que no habrá clases presenciales durante este semestre. Sus autoridades hicieron muy bien, porque leyeron que se acercaba una tercera ola. Una tercera ola epidémica que además afecta a los más jóvenes, que son los que no se han vacunado, al menos no la gran mayoría, porque son escasos los jóvenes que pueden viajar a Estados Unidos para vacunarse.
Por eso resulta increíble la ligereza en Palacio Nacional para determinar que, pase lo que pase, los niños y adolescentes deben volver a clases porque… están sumidos en videojuegos a los cuales ya son adictos. Eso dijo el Presidente. Vaya…
Twitter: @jpbecerraacosta