Para que lo sepan los más jóvenes lectores, los que hoy tienen menos de 35 años, durante el año 2000, Vicente Fox fue un obscuro objeto del deseo. Como dirían hoy, ese inefable personaje fue un crush político-electoral para millones de mexicanos. Fue el instrumento para echar al PRI de los Pinos, y acabar con siete décadas de autoritarismo, represión y libertades acotadas. No es que Fox fuera una magnífica opción; no era el personaje ideal, ni siquiera el idóneo; es lo que había para vencer al priismo.
En 2018, Andres Manuel López Obrador representó lo mismo que Fox en el 2000: fue la única herramienta útil de la mayoría de los mexicanos para volver a sacar al PRI del poder, luego de un sexenio de intolerancias, insolencia y corrupción de los mirreyes priistas, encabezados por Enrique Peña Nieto , sus adláteres en la burocracia, y sus émulos en los gobiernos estatales.
Quienes votaron por López Obrador sabían que el señor no era un tipo liberal ni progresista, sino un hombre conservador, decimonónico y religioso, con arrebatos demagógicos, pero confiaron en que se comportaría de manera decente, sin causar daños institucionales, digamos que de forma similar a su paso en el gobierno de Ciudad de México , donde no fue un adalid del pensamiento de izquierda ni de la transparencia, pero no destrozó todo como un chivo suelto en la cristalería de Palacio Nacional.
Y ahora, mire usted lo que son las cosas, el Presidente está convertido en su némesis, en un clon de Fox, en el sujeto que lo desaforó cuando era Jefe de Gobierno, a través de un oscuro personaje, el subprocurador Carlos Javier Vega Memije , una especie de inspector Javert (Los miserables) en versión canalla, que lo persiguió hasta la ignominia para eliminarlo de los comicios presidenciales del 2006.
Como no logró su cometido, que López Obrador fuera inhabilitado, ¿qué hizo Fox? Entrometerse en la elección un día sí y otro también, hasta el punto de poner en riesgo el proceso: el Tribunal Electoral, al revisar las impugnaciones, analizó la “intervención” de Fox. Y encontró que: 1.- El Presidente tuvo manifestaciones que “incidieron” en el voto. 2.- Dichas expresiones supusieron una “intromisión”. 3.- Tales declaraciones fueron tomadas en cuenta por los ciudadanos “a la hora de definir su intención de voto”. 4.- Esa actitud de Fox constituyó “un riesgo para la validez de los comicios”, ya que tal “injerencia” representó, mire usted la barbaridad foxista, “la mayor irregularidad detectada durante el proceso”.
Fox puso en riesgo unos comicios que se dirimieron con un 0.56% de diferencia, y con ello también puso en peligro la incipiente democracia mexicana.
El caso es que, como Fox se metía todos los días en lo que le estaba vedado, el 16 de marzo del 2006, en un inaudito arrebato verbal, López Obrador le espetó, durante un mitin, y con subrayada voz estentórea: “¡¡Cállate, chachalaca!!”. El PAN utilizó la imagen para exhibirlo en spots como intolerante, iracundo. Ahí empezó a disminuir la ventaja que tenía sobre Calderón, que era de entre siete y diez puntos, hasta que se esfumó como consecuencia, también, de la llamada guerra sucia de la cúpula empresarial y sus videos que estaban prohibidos por el artículo 48 del entonces Cofipe , pero que de todas maneras salieron al aire haciéndolo ver como “un peligro” para México.
Hoy, como Fox ayer, con su incontinencia verbal mañanera, y con la FGR como su propio Javert, el Presidente se entromete en los comicios, sobre todo en los de Nuevo León , en vez de callarse, como él le pedía a Fox: “¡Cállese, ciudadano presidente!", le exigió. Y claro, Fox no le hizo caso y siguió provocándolo.
El problema mayor ahora no son los comicios del 6 de junio, que salvo una sorpresa ya perdió en Nuevo León, sino lo que será capaz de hacer AMLO en el 2024, con tal de garantizar su sucesión.
¿Por qué está tan alterado, tan enojado, como para reencarnar en chachalaca versión 2021-2024? ¿Algo que no sepamos sobre la caída de su credibilidad entre la gente? ¿Algo sobre los comicios, tal vez un voto oculto contra Morena ? ¿Algo sobre sus candidatos a sucederlo, uno de los cuales parece liquidado (Ebrard), y la otra (Sheimbaum) severamente herida, con la popularidad desplomada? ¿Qué tiene el Presidente?
Twitter: @jpbecerraacosta