Lo de Aguililla , en la Tierra Caliente de Michoacán, la guerra entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y Cárteles Unidos, es un asunto de dinero, una disputa de millones de dólares producto del tráfico de drogas (metanfetaminas, amapola y mariguana que se generan en la zona), pero también es un conflicto por el control de cientos de millones de pesos provenientes de minerales robados y de extorsiones.
Aguililla produce hierro. Desde la década pasada, grupos criminales se han apoderado de buena parte del mineral, el cual envían ilegalmente a Asia , a cambio de precursores químicos para cocinar drogas, que trafican con rutas que van desde Cali hasta México y acaban en Estados Unidos, como ilustra la historia del ex alcalde de Aguililla y ex líder de las autodefensas locales, Adalberto Fructuoso Comparán Rodríguez, presunto capo de Cárteles Unidos, capturado en Guatemala justo hace un mes, el 1º de abril.
Este personaje, que extorsionaba a las mineras desde 2014 (lo documenté así en un reportaje), presuntamente tejió nexos con capos colombianos y hasta con gente de Hezbollah (cuyo brazo armado ha sido considerado terrorista en Washington), para introducir drogas a por lo menos tres ciudades estadounidenses (Houston, Atlanta y Miami), de acuerdo al Departamento de Justicia (https://www.justice.gov/usao-sdfl/pr/leader-mexico-s-united-cartels-and-others-charged-south-florida-federal-court-importing).
Volvamos un momento a Aguililla, donde estuve reporteando durante 2013 y 2014, tiempos del surgimiento y consolidación de las autodefensas contra el cártel de los Caballeros Templarios . En 2013, Aguililla fue el cuarto sitio que se levantó en armas contra los Templarios. El municipio era una mina de oro para los criminales: extorsionaban a los empresarios con cuatro dólares por tonelada de hierro extraída. El lugar generaba 5 mil toneladas por día, según me dijeron en ese momento los mineros. Era cierto: en 2013, México produjo 23 millones de toneladas de hierro, 63 mil toneladas por día, de acuerdo a datos del gobierno federal (https://www.economia.gob.mx/files/comunidad_negocios/industria_comercio/informacionSectorial/minero/pm_hierro_acero_1013.pdf). El 27.2% (6.2 millones de toneladas) se extrajo en Michoacán: 17 mil toneladas por día, en promedio, de las cuales 5 mil provinieron de Aguililla.
Así, los criminales se llevaban veinte mil dólares cada 24 horas, alrededor de 7.3 millones de dólares anuales, 146 millones de pesos de hoy. Nada mal como business colateral al de las drogas: ¿qué haría usted por 400 mil pesos al día, por doce millones de pesos al mes? Los criminales matan y se matan entre ellos por ese botín.
Eso es lo que siguen peleándose hoy los grupos delictivos de la zona, me confirma en entrevista para EL UNIVERSAL Hipólito Mora, ex líder de las primeras autodefensas de Tierra Caliente, las de La Ruana, quien ahora es candidato a gobernador por el Partido Encuentro Solidario ( PES ).
Pero regresemos otra vez a aquellos años: con el surgimiento de las autodefensas en 2013, los mineros pensaron que la pesadilla había terminado, que habían sido liberados. Error. Un año después, los civiles armados de Aguililla, los del señor Adalberto Fructuoso Comparán Rodríguez, “convencieron” a los mineros de que era necesario que les aportaran, “voluntariamente”, un diezmo de dos dólares por tonelada. Eso, para protegerlos de los narcos. “Solo” era la mitad de los que les saqueaban los Templarios, 3.6 millones de dólares anuales. Una extorsión de 73 millones de pesos al año… para “protegerlos” de la extorsión.
En 2014, cuando se cumplió un año del surgimiento de las autodefensas, en la carretera de Aguililla, rumbo a El Aguaje (hoy una de las zonas más golpeadas por la guerra narca), entrevisté a Fructuoso, quien primero negó todo, pero al final, ante la insistencia de la entonces periodista de AFP Carola Solé y mía, lo confesó: “No nos dan dinero (los mineros) para matar gente, ni para robar, ni extorsionar, ni nada de eso, sino para sobrevivir y quitarse a Los Templarios de encima…”
“Para sobrevivir”.
Vaya eufemismo.
“Fruto”, alias con el que es identificado hoy por el gobierno de Estados Unidos , no tuvo el menor recato en ese entonces para aceptar sus relaciones con la cúpula de Los Templarios, ni su sometimiento ante su líder, y su desdén hacia las autoridades. Me explicó ante la cámara… quién realmente mandaba en Michoacán:
-Pregúntame si conozco al Chayo (Nazario Moreno, fundador de ese cártel que, durante un enfrentamiento con tropas federales en 2010, fue dado por muerto por el gobierno de Felipe Calderón, lo cual era falso: estaba escondido en Tumbiscatío, a 150 kilómetros de Aguililla, y fue abatido por la Marina hasta 2014). Sí lo conozco, he platicado con él. Si me hablaba y me decía que fuera a una reunión, yo iba. Si el gobernador me decía: “Ven a Casa de Gobierno”, y yo no tenía ganas de ir, le decía: “¿Sabes qué? No puedo ir”. O no le decía nada y no iba. Pero si me hablaba Chayo y me decía que fuera, que me mandaba llamar, iba. Si yo tenía diarrea, si tenía calentura, si tenía lo que tenía, tenía que ir…
-¿A dónde? -le pregunté.
-Pos a donde me dijera… -respondió.
-¿Y si no iba, se lo quebraba El Chayo?
-Pos nomás imagínate…
-Si usted iba a ver este tipo de gente, algo le pedirían, ¿o para qué iba?
-No, a saludarme. Nada me pidió.
-¿Usted, viendo a la cámara, afirma que no fue parte de ese cártel y que no tiene antecedentes con ese cártel?
-Nunca he formado parte, ni de ese ni de otro cártel… -se incomodaba con la insistencia.
Y ya vimos, al paso de los años, dónde acabó desde hace unos días: en una corte de Florida acusado… de narco. De líder de Cárteles Unidos, según la fiscalía estadounidense.
Así está Aguililla hoy, igual, solo han cambiado algunos de los nombres de los criminales, me dice Hipólito. La gente es, otra vez, rehén de los pleitos de dos grupos, con una vertiente adicional del conflicto: el machismo. El líder del CJNG, el sanguinario Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, no solo quiere controlar drogas, minas y extorsiones, sino que se ha empeñado en asentarse en su pueblo de origen, Naranjo de Chila, ahí, en el mismísimo municipio de Aguililla, según me corrobora Hipólito, quien narra que el grupo opositor al CJNG es una mezcla de los remanentes de Los Templarios, La Familia Michoacana, y Los Viagras, además de ex autodefensas corrompidas, todos “arrejuntados” desde que Juan José Álvarez Farías, alias El Abuelo, cacique de Tepalcatepec, se peleó con El Mencho, su antiguo aliado.
Hipólito me cuenta que la gente está aterrada, como en los peores tiempos de los Templarios, porque las extorsiones han vuelto a Tierra Caliente, en perjuicio de productores de limón, aguacate, mango, maderas y ganado.
¿Qué hace el gobierno estatal ante todo esto? Ya vimos a Silvano Aureoles: se pasea en vehículos militares y empuja a manifestantes que piden que los liberen del yugo de los criminales, quienes mantienen cercada la zona, lo que provoca escasez de alimentos y medicinas. ¿Qué más hace? También libera durante algunas horas los caminos que destrozan los bandos en conflicto.
Y el gobierno federal, ¿qué hace ante todo esto el gobierno federal? Nada, igual que sucedió con la administración de Peña Nieto al inicio del conflicto en 2013, cuando minimizaba los hechos a pesar de que los reportajes mostraban que había una especie de sitio de guerra en la Tierra Caliente , lo cual dejaba sin alimentos, medicinas, gasolina y programas sociales a la gente, por no hablar del derramamiento de sangre: los enfrentamientos con muertos, desaparecidos y colgados.
Cierra Hipólito:
“El gobierno no hace nada, no va por ellos. Y aquí no ocupamos al nuncio ( Franco Coppola , que recién visitó la zona). Aquí ocupamos a las tropas, porque todo está peor que antes, los grupos armados extorsionan a quien quieren y se pasean a plena luz del día. Y no van a dejar de hacerlo por una misa. Esto solo se resuelve con la fuerza del gobierno, con las tropas, con los armas”.
Es inadmisible la inacción del gobierno federal, y que con ello se cedan territorios a grupos criminales, bajo el endeble argumento presidencial de que es para evitar “masacres”. Esto de Michoacán va a terminar mal, muy mal. Otra vez…
Twitter: @jpbecerraacosta