No hay excusa que valga para justificar la violencia contra niñas, adolescentes y mujeres. Ninguna. Por eso, con gran puntería, #NoHayExcusa es el hashtag propuesto por la ONU para este lunes 25 de noviembre. Se trata justamente de eso, de poner fin a las violencias contra ellas, pero... cómo lo logramos en medio de un mundo patriarcal que está cimentado en una interminable red de complicidades que protege y blinda a los perpetradores, y que normaliza sus brutales acometidas.
Cómo reventar los eslabones de una cadena muy enfermiza que empieza en las familias y se extiende a médicos, policías, fiscales, jueces y enajena a sociedades completas. Vaya, enfanga al Estado completo de cada nación, como recientemente hemos visto en Francia con el espantoso caso de Gisèle Pélicot, la mujer de 72 años a la que violaron durante una década 51 señores, todos instigados por el hombre con el que estuvo casada 50 años.
"Me sacrificaron en el altar del vicio", sintetizó ella, al explicar cómo se enteró de que su esposo, Dominique Pelicot, la había drogado y luego permitido que decenas de machos la trataran "como a una muñeca de trapo".
¿Nadie se enteró de nada en ese tiempo? ¿Ni un médico cuando ella iba a consulta porque se sentía evidentemente mal? ¿O el doctor también era un violador? ¿A quién le importaba Gisèle, si 52 hombres se ufanaban de sus proezas violatorias y los demás no sólo callaban, sino que los admiraban? Sí, querían ser parte de la cofradía de energúmenos.
Mi novia está leyendo de nuevo a esa tremenda escritora que es Rita Segato y me la cita con vehemencia. El violador, dijo Segato en 2016, es expresión de una estructura profunda. Él y su colectividad “comparten imaginario, hablan en mismo lenguaje, pueden entenderse, actúan en compañía”, tuiteó Julia hace un par de días. Sí, "la violación no es un acto sexual, es un acto de poder, de dominación, es un acto político", ha dicho la escritora y antropóloga argentina. Y hay algo más tremendo que eso, porque la violencia extrema de sociedades machistas y misóginas -como la mexicana- deriva en la monstruosa pretensión de los agresores de que ellos tienen la potestad… de conceder vida o dar muerte a ellas: “Al referirme a esta época, suelo utilizar el concepto de ‘dueñidad’. Este concepto excede al de desigualdad, porque marca la existencia de figuras que son dueñas de la vida y de la muerte”, dijo Segato, en una entrevista.
¿Cómo acabamos con todo esto? Se trata de cimentar en las sociedades un dique muy profundo que aísle cada vez más y más a quienes agreden de mil maneras a las niñas, adolescentes y mujeres. Se trata de hacer estallar en mil pedazos la complicidad entre los hombres. Somos nosotros los que tenemos que deconstruirnos para poder confinar y excluir a los agresores de mujeres. No es permisible el menor guiño de complicidad, el más mínimo espacio de protección.
El silencio ante el machismo y la misoginia es un estruendoso convivio que festina las atrocidades contra las mujeres.
Usted dirá, bueno, eso de la señora violada por una jauría permanente pasa en Francia, no en México. Tiene razón: aquí es mucho peor, y por eso hoy le doy las cifras que reporteó mi colega Perla Chávez en Gaceta UNAM el 19 de noviembre pasado: cifras preliminares de 2024 de la Secretaría de Salud marcan que, en lo que va del año, ocho mil 775 infantes fueron atendidos en todo el país por lesiones de violencia sexual: 610 menores de cero a cinco años; mil 217 de entre seis y 11 años; y seis mil 948 adolescentes de 12 a 17 años. De las víctimas, por supuesto, nueve de cada diez (92.71 %) fueron mujeres.
¿Qué es esto? Qué le pasa a una sociedad que permite que un promedio de 813 niñas y adolescentes sean agredidas sexualmente cada mes, 27 cada día, al menos una cada hora.
Los hombres tenemos que extirpar esa forma de violencia cómplice que implica no parar en seco a otros hombres, a los violentos. #NoHayExcusas. Hagámoslo ya, desde hoy, cotidianamente. Un hombre chido es un ser libre de agresores de mujeres a su alrededor.
El patriarcado existe: es la complicidad.
TRASFONDO
El patriarcado es todo el mundo. Mire los datos más recientes recabados por la ONU: se calcula que, a nivel global, 736 millones de mujeres han sido víctimas de violencia física y/o sexual al menos una vez en su vida. El riesgo, por supuesto, es mayor entre las jóvenes: 1 de cada 4 adolescentes ha sufrido abusos de su pareja.
Y el patriarcado, que se asimile bien, es el hogar. El patriarcado exhibe sus cuchillas cada 600 segundos. Sí. En 2023, alrededor de 51 mil 100 mujeres y niñas de todo el mundo murieron a manos de sus parejas u otros miembros de su familia. Es decir, prácticamente cada 10 minutos una niña, una adolescente o una mujer fue asesinada… en su hogar.
No hay excusas: hay que exterminar esta raigambre que cada 10 minutos rasga existencias.
Twitter: @jpbecerraacosta