Por Juan Manuel Portilla Gómez, Ramiro Jesús Sandoval, Arturo Salcedo Mena, Jazmín Rubí Zagahón Mondragón, Carlos Hugo Zamarrón Romero
A ocho años de un golpe de Estado en Turquía, el embajador turco en México escribió para este medio una nota de opinión en la que lanzó una serie de acusaciones lamentables contra quienes nada tienen que ver con las intrigas políticas que sacudieron a Estambul y Ankara en 2016.
Primero, y en línea con lo que el gobierno del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha intentado imponer como verdad histórica para la sociedad turca y el mundo, se acusa al clérigo musulmán de 83 años, Fetullah Gülen, líder del movimiento educativo y de diálogo intercultural conocido popularmente como Hizmet, de haber conspirado contra el Estado turco, cuando dicha movilización provino desde las filas del propio ejército que comandaba (y sigue comandando) el mismo Erdogan.
Este golpe de Estado surge en un contexto donde el presidente enfrentaba una crisis de legitimidad derivada de una desconfianza hacia el desplazamiento de la laicidad de las instituciones turcas y a los cambios constitucionales que concentraban el poder en Erdogan, además del escrutinio público de la sociedad frente a la transparencia de las finanzas públicas y una crítica a la política exterior del país frente a las turbulencias de Medio Oriente. Ante la narrativa del gobierno de Erdogan y su partido, el AKP, se contrapone una visión distinta, la de un autoatentado que buscó apaciguar y unir a la opinión pública a su favor a expensas de usar a Gülen y al movimiento Hizmet como chivos expiatorios, calificándolos de terroristas.
Ni el mismo gobierno de Estados Unidos, tan ocupado en combatir al terrorismo, ha admitido dichas acusaciones contra Gülen, quien radica en Pensilvania desde 1999. En múltiples ocasiones, Ankara ha requerido a Washington la entrega de Gülen y ésta ha sido negada. De igual modo, Hizmet, llamado “FETO” por el gobierno turco, nunca ha realizado ningún acto terrorista en ninguna parte del mundo y no se encuentra clasificado como tal por el Departamento de Estado.
En segundo lugar, y lo más lamentable de la nota del embajador turco en México, es la acusación que hace en contra del Colegio Raindrop, establecido hace 20 años en nuestro país, presentándolo casi como célula terrorista. Esta escuela, cumple con todos los requisitos legales para su operación en territorio nacional conforme al marco normativo de la SEP y la UNAM. El Colegio Raindrop, apegado a la laicidad en la educación, se ha destacado en competencias nacionales e internacionales de robótica, matemáticas e inglés; y educa en valores de respeto, convivencia, diálogo intercultural, y la importancia del conocimiento como forma de mejorar la vida individual y colectiva.
Y es que el Colegio Raindrop y sus miembros no sólo tienen un impacto positivo en su localidad a través de la educación, sino que han contribuido a que la sociedad mexicana de la zona norte del área metropolitana de la capital se acerque a distintas culturas, entre ellas las de algunos colaboradores extranjeros, entre ellos mujeres y hombres musulmanes, combatiendo así la islamofobia, una herida que actualmente lastima al mundo y que no se sana desde los ataques venidos desde la intolerancia al pluralismo.
La paz y la tolerancia radica en la construcción de sociedades donde el diálogo prevalezca, sin barreras religiosas, nacionalistas, étnicas ni de ningún otro tipo, y para lograrlo, la educación es el mejor vehículo, no un obstáculo. Esta es la verdadera victoria de la nación turca y no la persecución y hostigamiento de su gobierno hacia los miembros de Hizmet dentro de Turquía y en los países donde se han establecido, entre ellos Méxio, constituyendo una grave violación a los derechos humanos que sido condenada por instancias de la ONU y diversas ONG.
Dr. Juan Manuel Portilla Gómez (FES Acatlán UNAM)
Dr. Ramiro Jesús Sandoval (FES Iztacala UNAM)
Dr. Arturo Salcedo Mena (FES Acatlán UNAM)
Mtra. Jazmín Rubí Zagahón Mondragón (FES Acatlán UNAM)
Mtro. Carlos Hugo Zamarrón Romero (FES Acatlán UNAM)
La opinión vertida por los académicos en la presente carta es a título de expresión individual y no representa la posición de la UNAM.