Ayer las y los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación hicieron historia. No solo rompieron uno de los más duros techos de cristal al elegir a la primera Ministra Presidenta de dicha institución, sino que pusieron a la cabeza del Poder Judicial a Norma Lucía Piña Hernández, una jueza que se ha distinguido por su solidez técnica y su imparcialidad política. Las ministras y ministros mandaron un rotundo mensaje a favor de la independencia judicial y la autonomía de la judicatura en México.

De lo sucedido, destaca, en primer lugar, la contundente derrota de la aspirante que mayor cercanía ha mostrado con el presidente López Obrador. La ministra Yasmín Esquivel —acusada de plagiar su tesis de licenciatura— obtuvo dos votos en la primera ronda y uno solo en la segunda. La candidata del oficialismo, aquella que fue alabada una y otra vez en las mañaneras, se quedó literalmente sola.

También es revelador que el segundo lugar fue obtenido por el ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Ya que durante las últimas semanas, López Obrador lanzó una feroz campaña en contra del “ministro más rico de todos”, a quien prácticamente se le identificó como integrante de la mafia del poder. Se trató, por supuesto, de una campaña injusta. Aunque Gutierrez ha tenido algunas posiciones cuestionables, lo cierto es que se trata de un buen juez constitucional con aportaciones jurisprudenciales por demás significativas y que ha mostrado un compromiso con la garantía de los derechos. Que el contendiente más criticado por el Ejecutivo haya quedado un voto detrás de la triunfadora refuerza el mensaje de autonomía que manda el Poder Judicial.

Finalmente, es imposible no resaltar el perfil de Piña Hernández. Se trata de una juzgadora de carrera, que conoce las entrañas del sistema, y que ha combinado virtuosamente su experiencia judicial con una vigorosa formación académica, lo cual se ha reflejado en una defensa tanto de los derechos fundamentales como de la separación de poderes. Junto con el ministro Javier Laynez, la hoy presidenta ha sido una de las integrantes de la Corte que mayor competencia e independencia ha mostrado durante los últimos años. La primera Presidenta de la Suprema Corte y del Consejo de la Judicatura será, por tanto, una destacada y honrosa jueza constitucional.

Ahora bien, los retos que enfrentará la nueva presidencia no son sencillos. Durante los próximos años, junto con sus pares, no solo jugará un papel fundamental en decisiones cruciales que van desde las seguras impugnaciones contra la reforma electoral hasta la resolución de los asuntos de la militarización, sino que también tendrá que navegar entre los dos últimos años de la administración de López Obrador y los dos primeros de la persona que lo suceda en la presidencia de México. Frente a un escenario como este, Piña tendrá a su favor la congruencia que ha demostrado durante sus siete años que lleva como ministra, tiempo en el que ha reivindicado al Derecho como herramienta civilizatoria.

Asimismo, es esperable que la recién electa Ministra Presidenta de la Suprema Corte tenga un papel muchísimo menos mediático al que (bochornosamente) nos acostumbró Arturo Zaldívar, pero sin que eso signifique inacción o acaso el silencio de nuestro máximo tribunal. Lejos de la estridencia y polarización en los tiempos que corren, la necesidad de tener una representación seria e institucional, pero firme e independiente, del Poder Judicial resulta fundamental para el buen desarrollo de la vida democrática del país.

Los más de treinta años que Norma Piña lleva en estas labores pueden servir para identificar los principales problemas y trabajar con sensatez por un mejor sistema de justicia, así como para volver a dotar a la Suprema Corte de su sentido colegiado y colaborativo. Ojalá que la nueva Ministra Presidenta se tome en serio su rol como representante de todos los jueces y juezas federales de México, de tal forma que sea posible superar el desgaste generado por la muy personalista e hipócrita gestión de Zaldívar.

En momentos en que la trampa y el cinismo rondan sobre México, no nos cabe la menor duda de que la noticia de que Norma Piña haya sido electa por la mayoría de sus colegas como su representante resulta alentadora. El mensaje fue claro: a pesar de tantas injusticias aún existen jueces y juezas que reconocen y premian los esfuerzos de quienes buscan construir un entorno más justo.

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Los autores son investigadores del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

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