En la mira están los clubes del futbol mexicano, que en las últimas semanas han sido satanizados por buscar la repatriación de aquellos jugadores que militan en el futbol europeo. Los casos más sonados han sido los de Néstor Araujo, quien ya fue fichado por el América, y Orbelín Pineda, quien se aferra al sueño de jugar en el viejo continente.
Ningún club de la Liga MX obliga a los futbolistas a regresar a México; se les hace una oferta y ellos deciden si la aceptan o no. Decir que Chivas está frustrando el sueño de Orbelín me parece bastante dramático. El exjugador de Cruz Azul quedó libre, decidió irse a Europa y probar suerte en el Celta de Vigo, pero desde el principio —y con información de colegas españoles— se aseguraba que Eduardo Coudet, entrenador del Celta de Vigo, no había solicitado a Pineda, que había sido más un tema del equipo de inteligencia deportiva del club.
La temporada terminó, Orbelín acudió al llamado del Tata Martino y —de inmediato— nos dimos cuenta de que estaba fuera de ritmo, que el hecho de entrenar en Europa no basta para poder ganarse un puesto en la Selección, que se necesitan minutos en la cancha para competir al más alto nivel.
Chivas, que aparece ahora como el “malo del cuento”, le ofrece regresar al futbol mexicano, le pone sobre la mesa una oferta de cinco millones de dólares; al jugador no le hace mucha gracia, porque quiere seguir en España. Sin embargo, al Celta le brillaron los ojos, porque estaría recibiendo dinero sin haber invertido en el fichaje del jugador. ¿Qué culpa tiene Chivas? Ninguna, ellos buscan lo mejor para el Rebaño y Orbelín rindió muy bien cuando jugó para el equipo de Amaury Vergara.
En el caso de Néstor Araujo, la directiva del América hizo bien su trabajo. El tan criticado Santiago Baños se dio a la tarea de encontrar un central mexicano, que pedía a gritos el Tano Ortiz, y qué mejor que un jugador que será titular en la Copa del Mundo.
Su contrato con el Celta estaba por terminar, además de que Coudet estaba en la búsqueda de un defensa central argentino para sustituir al mexicano, quien en año mundialista no iba a desperdiciar un semestre siendo banca.
Lo mismo sucedió con Tigres, que repatrió a Diego Reyes; o Rayados, que lo hizo con Héctor Moreno. El jugador toma la decisión que más le convenga. Algunos, como Moreno y Guillermo Ochoa, ya van de salida, ya no tenían más opciones que la Liga MX o la MLS, pero los jóvenes —como Orbelín— fueron víctimas de un engaño de sus representantes. No es lo mismo que vengan por ti, como ha sido con Edson Álvarez, Lainez, Hirving Lozano o Chicharito Hernández, que llegar con tus maletas y decirle al entrenador “hola, vengo de México a probar suerte”. La repatriación no es una mala jugada, es dar opciones a los futbolistas que no tienen el nivel para jugar en Europa. No pongamos como los malos a los clubes de la Liga MX.
@JC_Zuniga