En la mira está el arbitraje y el presidente de dicha comisión, Arturo Brizio ; el VAR se ha convertido en el protagonista del futbol mexicano, semana a semana existen decisiones polémicas y los directivos, jugadores y entrenadores ya están cansados. Los silbantes de la Liga MX se han convertido en robots, ellos ya no pitan en la cancha, lo hacen los señores que están en el camión viendo las repeticiones y tomando las decisiones en los partidos.
Hace unos días en Inglaterra el legendario Wayne Rooney se pronunció en contra el VAR, mencionó que el futbol estaría mejor sin esta herramienta. ¿Debe la FIFA analizar la continuidad de esta tecnología? Sí, y de manera urgente, se necesita hacer mesas de trabajo y sondear a los países que lo utilizan, todo se puede mejorar en esta vida; sin embargo, urge hacer una revisión exhaustiva, recordar que el VAR falló en la cara del presidente Infantino en el Mundial de Clubes.
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Además del mal uso del VAR en nuestro país, existe una crisis arbitral severa, cada ocho días tenemos espectáculos como el de Luis Enrique Santander en el Toluca vs Pumas, la patética actuación de Adonai Escobedo en el San Luis vs Santos del pasado jueves, donde incluso se presentó un caso de racismo, algunos exárbitros señalan a Brizio, a sus colaboradores de bajo nivel y la falta instrucción para los silbantes. La Femexfut debe estar preocupada por el bajo nivel que presentan los nazarenos, el propio presidente de la Liga MX debe exigir mejores arbitrajes, por que además, hay que recordar que los clubes pagan una cuota muy alta por el servicio que brinda la Comisión.
Finalmente, el tema de Adalid Maganda, un árbitro que ha sido discriminado por su color de piel y que fue despedido hace algunas semanas, menudo problema se le viene a la Comisión de Arbitraje y Femexfut, ya que el silbante piensa llegar hasta las últimas consecuencias para demostrar el trato que le dieron.
El árbitro mexicano debe entender que no es jugador, ni entrenador, que su papel en la cancha es el de impartir justicia, la gran mayoría se siente como protagonista de los partidos, son soberbios y en algunas ocasiones altaneros. Alguien debe ponerle un alto a esta situación y mejorar el nivel de los silbantes, de lo contrario no serán tomados en cuenta para las competencias internacionales de la FIFA.