Recientemente el Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson, Instituto México, emitió el documento titulado “El próximo Presidente de México, Desafíos y Recomendaciones” que incluye ensayos en seis temas con miras al proceso electoral del 2 de junio de 2024, el más importante y con mayores consecuencias en la historia del país.

El capítulo de energía a cargo de Alexandra Helfgott y Duncan Wood comienza por destacar la oportunidad única para impulsar al país a un periodo transformador de prosperidad y competitividad sin precedentes durante el periodo de realineamiento geopolítico y geoeconómico global. Sin embargo, para alcanzar su máximo potencial, deben garantizarse el acceso a energía abundante y asequible y el alcanzar niveles sin precedentes de sustentabilidad ambiental en la producción energética.

Durante 2010 el Consejo Mundial de la Energía acuñó el término trilema energético enfatizando la necesidad de equilibrar tres dimensiones principales del mismo: la seguridad energética entendida como la capacidad de un país de satisfacer la demanda de energía actual y futura y resistir choques sistémicos lo cual requiere, en la mayoría de los casos, una combinación estratégica de abastecimiento nacional y extranjero; la equidad energética, entendida como la capacidad de un país para garantizar el acceso asequible y abundante para consumidores industriales, comerciales y residenciales, y la sostenibilidad, entendida como la evaluación de los impactos ambientales y climáticos de un sistema energético con un fuerte enfoque hacia la descarbonización.

En gran medida como consecuencia de las medidas adoptadas por la presente administración, en 2022 México se ubicó en la posición 46 en el ranking mundial de trilemas energéticos.

Es necesario romper el conflicto aparente entre el Estado y los mercados, reconciliando intereses de la reforma energética de 2013 que ofrecía condiciones de igualdad, previsibilidad regulatoria y transparencia en procesos licitatorios.

Según la Administración de Información de Energía de los Estados Unidos de América (EIA), en 2019 México se convirtió por primera vez en importador neto de petróleo. Contrario al discurso público, el gobierno actual ha contribuido a lo que pregona combatir al disuadir la inversión privada en hidrocarburos y electricidad, provocando una dependencia permanente de importaciones de energía.

En materia de petróleo, indica el ensayo, el primer desafío para la próxima Presidenta de México consistirá en levantar la producción de petróleo, alentando a PEMEX a asociarse con empresas privadas, precisamente como fue diseñado en la reforma de 2013. Para impulsar a la empresa del Estado en términos de producción y de capacidad técnica, los farmouts o contratos de asociación representan un modelo inigualable que permite compartir el riesgo y aumentar la capacidad de exploración y producción.

De revertirse el clima hostil a la inversión que ha prevalecido en este gobierno, sería razonable esperar que la producción petrolera en México creciera de manera considerable hacia 2035.

Tema importante es el de la integración de las redes de gas natural de Estados Unidos y México que había tenido grandes logros en los últimos años a través de la construcción de gasoductos a lo largo de la frontera y dentro del territorio nacional. El consumo mexicano de gas producido en los Estados Unidos ha aumentado en forma considerable lo cual ha facilitado la producción de electricidad de bajo costo impulsando la competitividad económica, siendo necesarios nuevos gasoductos para llevar el gas donde más se necesita.

El corredor interoceánico a través del Istmo de Tehuantepec ofrece la oportunidad perfecta para llevar gas al sur de México estimulándose el desarrollo económico y un abaratamiento de los precios de la energía. Sin embargo, además de importar gas, México debe desarrollar sus propios recursos mediante un esfuerzo consolidado de parte del gobierno, PEMEX y, por supuesto, el sector privado.

El país necesita urgentemente expandir la generación y la transmisión, pero CFE tiene capacidades y fondos limitados siendo esencial trabajar de la mano de la inversión privada.

La futura Presidenta del país debe enviar una señal de apertura a los negocios, de gestión administrativa eficiente y eficaz, de piso parejo, de reglas del juego igualitarias y de respeto al Estado de Derecho, resucitando el entusiasmo del sector privado.

En resumen, concluye el ensayo, se requiere de una presidenta de México con una visión que equilibre la seguridad energética, la equidad y la sostenibilidad.

Abogado líder de la práctica transaccional de Santamarina y Steta

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS