El poder exige responsabilidad, pero cuando es mucho pide a gritos madurez e inteligencia para su administración; la sordera del mismo es peligrosa, puede llevar a excesos que erosionen, más rápido, la confianza entre la ciudadanía; este no es eterno y su durabilidad depende, en mucho, de la inteligencia como se ejerza y utilice.

Vivimos un tiempo donde los políticos se esconden tras sus máscaras, ocultan su verdadero rostro; ante el elector se ponen una máscara y en los pasillos del poder se despojan de sus indumentarias y actúan ferozmente, el poder sin control transforma la naturaleza política en animal, se pierde la razón y se actúa sin sentido llegando al extremo de darse un balazo en el pie, pocos son los que usan la inteligencia para oponerse al uso irracional del poder.

Un ejemplo de esta situación se vivió con la elección de Rosario Piedra Ibarra, pude mirar las entrevistas y ella no destacó por ser la mejor ni por presentar un plan de trabajo claro y contundente. Sin politizar el tema y enfocándonos, únicamente, en la parte metodológica, ella no tendría que haber sido reelecta, se impuso la sinrazón y se cerró la posibilidad de mandar un mensaje contundente que terminará por sepultar a la oposición. Se empezó con una Piedra en el arroz.

Erróneamente se quiso llevar el mensaje a un falso territorio donde se mira a la presidenta Claudia Sheinbaum como un personaje débil que no controla a los grupos que, supuestamente, siguen bajo la orden del expresidente. Es una idea anticuada de la oposición que pocos dividendos les va a dar, pero que sirve como un llamado de atención al grupo mayoritario para entender el reto que tienen al poseer tanto poder entre sus manos.

Nos preguntamos, siempre: ¿para que se quiere el poder? La respuesta la tendrá que encontrar Morena y sus aliados. Tienen las mayorías suficientes para construir un nuevo régimen, pero ¿aspiran a hacer las cosas distintas o replicarán las mismas costumbres políticas? El reto es enorme, porque el riesgo de perderse pensando que el domino absoluto será permanente es un error. La ciudadanía, en México, tiene años que descubrió el valor del voto y lo usarán cuando el poder que otorgaron, en las urnas, sea utilizado como en el pasado.

La Presidenta Claudia Sheinbaum tiene muchos retos uno de ellos es acabar con los excesos de poder que nacen de la victoria contundente de este año. Los triunfalismos terminan, siempre, en fracasos anunciados. Tendrá que acabar con los machismos políticos: esos ataques coléricos de fuerza que no escuchan las voces analíticas dentro del mismo grupo. Si la oposición es inexistente e innecesaria para gobernar, mínimo por inteligencia política se tendrán que escuchar entre ellos mismos: actuando desde el pragmatismo y no desde la ideología ciega.

Cuando se gobierna se hace en beneficio de la totalidad que compone la población de una nación, no se puede hacer pensando en los odios personales u ocupando las vísceras y no el cerebro.

Se cometió el primer error, ¿aprenderán de él y actuarán con lógica en las próximas ocasiones o se perderán en el grito de los barbaros?

Sheinbaum no solo deberá enfocarse en gobernar, tarea compleja por los temas que tiene que resolver: seguridad, la relación los Estados Unidos, la estabilidad económica y súmesele; también tendrá que darle un nuevo cariz a la manera como se hace política en nuestro país. Su reto será mantener la hegemonía dominante para la segunda parte de su sexenio donde podría imprimirle, ahora sí, su propio sello: de diálogo y razón.

Hasta aquí Monstruos y Máscaras…

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