Aristóteles en su libro Ética nicomaquea escribió: “Tanto la virtud como el vicio están en nuestro poder. En efecto, siempre que está en nuestro poder el hacer, lo está también el no hacer, y siempre que está en nuestro poder el no, lo está el sí, de modo que si está en nuestro poder el obrar cuando es bello, lo estará también cuando es vergonzoso, y si está en nuestro poder el no obrar cuando es bello, lo estará, asimismo, para no obrar cuando es vergonzoso”.

Aquel poder se refiere a la ética. Su etimología es ethos y significa carácter.

Entonces, la ética es la capacidad que tiene la persona para decidir e implica saber decir “no” ante la propuesta que es contraria al orden legal establecido.

Cuando la corrupción aparece la ética es borrada y la capacidad de discernir entre lo justo y lo injusto deja de existir colocando a las instituciones y a la ciudadanía en un ambiente desigual que terminará por debilitar el Estado de derecho. ¿Quién es el responsable de este flagelo? ¿Es el individuo que corrompe a las instituciones o son las instituciones que propician estos procesos? ¿Qué daño genera la corrupción a una nación?

México según el índice de Percepción de la Corrupción (IPC) obtuvo, en 2023, una calificación de 31 puntos sobre 100, por lo que ocupa el lugar 126 de 180 países; por otra parte, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) 2023 informó que el 83.1% de la población consideró frecuente la corrupción y el 14.0% la experimentó al realizar trámites, pagos, solicitudes de servicios, o al tener contacto con alguna persona servidora pública.

¿Es un tema cultural la corrupción? Tiene un fuerte entramado cultural. Es un error, entonces, pensar únicamente en soluciones que atiendan el ámbito de la administración pública. Es necesario educar y fincar responsabilidades al ciudadano que participa de estos actos.

En la corrupción es igual de responsable quien soborna que quien se deja sobornar. Forman un círculo vicioso que replica la idea de que en México para que las cosas se agilicen o sucedan se tiene que dar dinero.

¿Cuáles son las soluciones? La primera, tendría que darse en el hogar y la escuela, dos espacios donde el individuo obtiene sus valores y principios. Se tiene que formar a ciudadanos éticos.

A ello tendrían que seguir la construcción de mecanismos que finquen responsabilidades económicas o la perdida de libertad a quienes infrinjan la ley. No sirve tener instituciones si no tienen la facultad de que sus resoluciones sean vinculantes.

Agregaría algunos puntos que he leído en el documento que recientemente presentó Javier Corral: generar los mecanismos que permitan coordinarse entre los distintos órdenes y poderes de gobierno; crear una institución –el propone una Agencia- que pueda resolver el problema de la impunidad; y quizá lo más interesante es reformar las corporaciones policiales, las procuradurías, fiscalías, ministerios públicos y el sistema judicial federal y local.

La corrupción es uno de los principales problemas que enfrentamos como nación y trastoca a otros temas como la inseguridad, por ello entre más sólido sea el proyecto para combatirla mayor repercusión tendrá en la vida pública de México. Todo debe de empezar por lo más sencillo: quitar de nuestra cultura la famosa idea de la mordida y esto solamente se logrará con una educando éticamente a la sociedad.

Hasta aquí Monstruos y Máscaras….

Próxima entrega: Tiempo de propuestas y no de ocurrencias (2): Seguridad.

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