Aquello que llamamos pasado, en algún momento de nuestra existencia, termina por alcanzarnos. Nos plantea interrogantes y respuestas a la complejidad del presente. El pasado no es ajeno, ni debemos de verlo como anacrónico; su presencia nos es útil ya que nos revela algo. Voltear hacia atrás debe de tener la función de aprender y aplicar lo que se hizo bien en ese tiempo.

Los días que correen en nuestro país son de gran efervescencia, los eventos políticos se sobreponen uno al otro, sin descanso. No se termina de digerir una noticia cuando aparece otra, en este movimiento intenso aparece el cambio de Rector en la UNAM, que no es ajeno a los intereses políticos, por ello dicha transición y lo que se encuentra en juego va más allá de un cambio que proponga el mejoramiento educativo, es necesario también un proyecto capaz de defender la Autonomía.

Si lo anterior es el reto, pienso y es imposible no hacerlo, en la Rectoría que encabezó Manuel Gómez Morin, un periodo breve -1933-1934- pero sustancial para la vida de la Universidad; en poco tiempo logró generar un primer estatuto para normar la vida universitaria; sorteó una crisis financiera; propuso una estructura de gobierno para garantizar el vínculo entre la comunidad y los órganos de gobierno.

Gómez Morin entendía a la UNAM ya que siempre fue parte ella, y eso le permitió formar la idea de la Universidad y la relación que debía de tener con la sociedad.

En las últimas semanas empecé a revisar algunas partes del archivo de Gómez Morin, que se encuentra en el ITAM –por lo cual le agradezco a sus nietos Alejandra y Manuel Gómez Morin, por su apoyo para ingresar al mundo del Rector- y he encontrado la secuencia de su pensamiento en relación a la Universidad, ideas no solo vigentes en su tiempo sino también en el nuestro.

Estudiante destacado, en el discurso pronunciado el 22 de septiembre de 1918 menciona: “Soñamos con la Universidad centro y guía de la evolución de nuestro pueblo. Soñamos con el imperio de nuevas normas, más humanas, más verdaderas, más justas; con una moral más tolerante y menos formalista…”

Después de ser estudiante se convierte en profesor de Derecho Público, inicia ganando cuatro pesos diarios. En una carta escrita a Aquiles Elourdy, Director de la Facultad de Jurisprudencia, le comenta que dejó de dar clases por causas de salud y respecto a su cátedra le dice: “si es posible volver a ella el año próximo pues usted sabe el interés que por mi cátedra he tenido siempre y mi gran deseo de no alejarme de la Facultad”.

Y como Rector, en su gran discurso ante el Consejo Universitario: “El propósito capital perseguido al pensar en la estructura de gobierno en la Universidad, ha sido el de mantener y afirmar su carácter puramente democrático, propósito tanto más importante cuanto que ya plenamente autónoma, la Universidad y sus órganos no tienen ni pueden aspirar a otra fuente de autoridad que la que derive de los universitarios mismos.”

Las ideas de Gómez Morin hablan de la necesidad de defender la vida democrática y académica de la Universidad, que pasa por defender la Autonomía y la Libertad de Cátedra. El Rector Morin escribe en un pasado que es nuestro presente. La UNAM sigue siendo la institución que forma a las nuevas generaciones, y como si fuera poco abona a la vida democrática. Quizá los proyectos que hoy se construyen, tendrían que ser analizados desde la óptica de nuestro pasado, ¿cuántos dialogan con la historia de nuestra Universidad? Ese podría ser un primer punto de partida para la Junta de Gobierno.

Aquí las ideas de Manuel Gómez Morin y la semana próxima “La UNAM en futuro”.

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