La situación de la educación en México es uno de nuestros Grandes Problemas Nacionales, lo demuestran los siguientes datos: de 2020 a 2022, 700 mil menores de edad ampliaron la población en rezago educativo que llegó a la cifra de 25.1 millones de personas; el 23.7% de las personas mayores de 16 años no tiene la primaria completa y el 15.9% de la población de los 3 a los 21 años no asiste a la escuela (Coneval); según el Censo de Población y Vivienda 2020, 4 millones 456 mil 431 personas no saben leer ni escribir; la escolaridad promedio en México es de 8.6 años, ocupamos el lugar 99 a nivel mundial, mientras en Argentina es de 9.8 años (lugar 71); Cuba 11.8 años (lugar 32); Estados Unidos 13.2 años (lugar 5°); por la pandemia 5.2 millones de estudiantes tuvieron que dejar la escuela.

En México vivimos en el mundo al revés: se crea un programa para quienes no trabajan ni estudian y se recortan becas a los estudiantes, pareciera que se busca tener a la población cautiva a un programa clientelar en lugar de brindar oportunidades de trabajo y estudio, y ni hablar de los mal hechos libros de texto gratuitos.

El próximo siglo no se entiende sin la educación: la Unesco recomienda invertir en educación pública el 8% del PIB y en México la inversión es menor al 5%, y no hablemos de los recortes a ciencia, tecnología y cultura.

Una nueva realidad educativa para México implica desvincular las presiones caciquistas de los sindicatos secuestrados por intereses políticos, los cuales no tienen como objetivo mejorar las condiciones laborales de los maestros sino utilizar la educación como un botín de negociación.

Los tiempos nos alcanzan y llegan con la tecnología, una brecha más en nuestra sociedad: 30 millones de mexicanos no tienen acceso a internet, de ellos el 40% no sabe usarlo y al 25 % no le alcanza para pagar el servicio y solo el 44.3 % tiene computadora en su hogar.

Invertir en educación es construir el futuro de México desde hoy. Educación de calidad y sin sesgo ideológico

Los desafíos son grandes, pero tenemos las herramientas para hacer que el legado de José Vasconcelos se convierta en una realidad para el próximo siglo, por ello: erradiquemos el

analfabetismo, que la educación llegue al rincón más aislado del país; terminemos con la brecha de género, que hombres y mujeres tengan los mismos derechos; impulsemos la democratización de los sindicatos de trabajadores de la educación; pugnemos por una reforma donde el titular de la Secretaría de Educación sea el mejor preparado y no el o la amiga del Presidente; que todo el que estudie tenga acceso a una beca para concluir su preparación; democraticemos el acceso al internet, que el estudiante tenga una computadora para conectarse a las distintas plataformas digitales; exijamos que se invierta cada vez más en educación, ciencia, tecnología y cultura; y por último impulsemos la lectura, un día sí y el otro también, hagamos de ella un hábito en el hogar y las escuelas. Acerquemos los libros a los niños y estudiantes. Leer es un acto liberador, es mantener nutrido el lenguaje y la imaginación, es crear conciencias críticas.

Pensemos en las palabras de Jaime Torres Bodet: “rehacer la Secretaría, tratar de darle un sentido de enlace humano y de unión patriótica; evitar las discordias políticas y las inútiles controversias; asociar los extremos que amenazaban ruina; ligar de nuevo, con una afirmación de esperanza, el norte y el sur de todas las inquietudes, y hacer –de cuanto lográsemos reparar- una escalinata efectiva, para el ascenso de nuestro pueblo hacia planos más elevados y resistentes, más libres y más dichosos”.

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