El 13 de enero de 1856, Francisco Zarco escribió en el periódico El Siglo XIX: “Por donde quiera que el clero pretenda mezclarse en política, ya prestando a los gobiernos su influencia para oprimir, ya poniéndose en pugna con el poder civil por cuestiones en que solo se trata de intereses materiales, suben a tiempo la respetabilidad del clero, la causa del Estado y la de la religión”.

La frase anterior se contrapone a tres imágenes, preocupantes, que hemos visto y que parece desconocen la historia y no dimensionan los riesgos de mezclar la política y la religión.

El mes pasado las candidatas a la presidencia Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, entusiastas postearon la mejor foto de la visita realizada al Vaticano para saludar al Papa Francisco. Es cierto que él es representante de un Estado, pero hasta donde hemos tenido conocimiento ellas no abordaron ningún tema de índole político, fueron en busca de la fotografía para llegar al electorado mexicano, que en su mayoría sigue siendo católico. ¿Y el Estado Laico dónde quedó? ¿Cuál es el beneficio para México de aquellas visitas? ¿Claudia y Xóchitl sabrán quién fue Juárez y los liberales del siglo XIX? ¿Conocerán la violencia que se desató en el país a raíz de la Guerra Cristera?

Si aquellas imágenes sorprenden, lo que sucede en Guerrero impacta, muestra a un Estado fallido. El gobierno ha sido incapaz de garantizar la seguridad, al quite ha tenido que entrar la iglesia para negociar una tregua con los narcotraficantes. La falta de estrategia ha dejado territorios en la ingobernabilidad. No dudo de la buena fe de la Iglesia, pero, ¿y el Estado? ¿Cuáles son los acuerdos entre la Iglesia y el crimen organizado para lograr una tregua? ¿Qué papel asume el gobierno?

Vivimos en sociedades que buscan en los extremos, y cuando el Estado es fallido se abre la puerta a los extremistas y fanáticos. La iglesia es cuestión de creencia y la política de razón, cuando la razón se pierde caemos en terrenos pantanosos como los descritos. No se trata de juzgar a la religión sino de respetar el lugar que ocupa en la sociedad, y el Estado debe de garantizar que la pluralidad de ideas conviva en un marco de tolerancia y legalidad: el derecho por encima de todo.

Las campañas que han iniciado deben de proponer temas de fondo, como el fortalecimiento del Estado de derecho, lo cual implica: un poder judicial independiente, el imperio de la ley y la división de poderes.

Un Estado de derecho tiene que ser laico porque defiende la libertad, la pluralidad y la legalidad. Lograr la separación entre política y religión dejó ríos de sangre en nuestro país. La fe es algo que se debe de profesar en el ámbito privado, y el político tiene que separar su creencia de la razón de Estado.

Es preocupante cuando la política se acerca a la fe porque abre la puerta a los extremos que llegan con solucione fáciles y censuran las libertades. La defensa del Estado Laico es garantizar el gobierno de todos, es gobernar con la razón, las ciencias y la cultura respetando la creencia de los otros y defendiéndola.

Mucho se encuentra en juego en la vida de México y las mejores propuestas serán aquellas que: incorporen ese pasado; construyan con la legalidad el presente; e imaginen un mejor futuro.

Defiendo el Estado laico porque no quiero que las próximas generaciones crezcan en una sociedad prohibicionista donde les digan en la escuela que no deben de leer Aura de Carlos Fuentes.

Hasta aquí Monstruos y Máscaras…

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