El martes no fue cualquier día ni en nuestro país ni en el mundo. Las noticias se centraron en la elección para elegir a quien encabezará la presidencia de los Estados Unidos, lo que parecía era una contienda cerrada no lo fue. Donald Trump mantuvo el mismo discurso con el que ganó en 2016 y encabezó una presidencia polarizante donde la ideología nacionalista norteamericana se impuso cerrando la frontera e intimidando a las otras naciones.

Kamala Harris era una opción más moderada y representaba la posibilidad de que por primera vez una mujer encabezará la presidencia de aquella nación, al final tuvo que cargar con el error de Biden de participar y quitarle tiempo para hacer una campaña más amplia entre la población, y quizá, me atrevo a aseverar, se encontró con una sociedad machista y con odios arraigados. Solo así se entiende la penetración del discurso de Trump que logró representar el sentir y pensar del ciudadano norteamericano.

Se conoce la manera como Trump ejerce el poder, no habrá nada nuevo ni será más radical que su primer periodo presidencial. México tendrá un desafío mayor al momento de renegociar el T-MEC y la amenaza sobre el cobro de aranceles a productos importados. Será necesaría mucha política para llevar una relación tersa que beneficie a ambas naciones en materia comercial y de seguridad. El gobierno mexicano se encontrará bien representado con Juan Ramón de la Fuente y Marcelo Ebrad, ambos conocen los hilos del poder norteamericano y su presencia es un aliciente para entablar una negociación inteligente y objetiva donde la ideología no juegue un papel central, esto se fortalece con la presencia de la empresaria Altagracia Gómez.

El gobierno mexicano tendrá que darle otra dimensión a la política comercial, migratoria y del combate al crimen organizado. México no puede ser visto como un espacio de contención. El tema de las migraciones se debe de tratar de manera integral con todas las naciones del continente americano no como una problemática únicamente mexicana; lo mismo sucede con el tráfico de drogas donde Estados Unidos tendría que implementar acciones que detengan la venta de armas norteamericanas e impulsar en su territorio acciones de salud encaminadas en reducir el consumo de drogas. Así el tamaño del reto para los próximos años.

Ese mismo martes en México se sostenía una discusión más política que jurídica en torno a la reforma al poder Judicial. La oposición que no pudo ganar en las urnas los escaños suficientes utilizó, de manera errónea, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para ejercer presión y cambiar en algunas de sus partes la reforma. Fue prudente y legalmente justificada la participación del ministro Alberto Pérez Dayán en contra de la propuesta de González Alcántara. Con ello se perdió el bloque de ocho ministros necesarios para aprobar el proyecto.

La reforma al poder Judicial se mantendrá en sus términos. La Suprema Corte perdió legitimidad al politizar la justicia. Se abre la posibilidad de iniciar un camino que erradique la corrupción y el nepotismo dentro de este poder. No es cierto que la República haya muerto simplemente su composición será otra y con ello los retos serán diferentes.

En un mismo día se vivieron cambios profundos que modificarán la política internacional y al Poder Judicial con esto inician nuevos tiempos donde tendrá que haber una mejor manera de hacer política frente a los grandes retos que se plantean a nuestra República.

Hasta aquí Monstruos y Máscaras

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