Los censores siempre se ocultan bajo la máscara de la libertad.
Todo intento de prohibicionismo es un atentado contra la libertad. En tiempos recientes hay quienes en su afán de condenar acciones mal vistas por la sociedad han pretendido impulsar la cancelación de autor como una protesta que liga la obra con la vida de la persona.
Hace unas semanas se desató el escándalo en torno de Alice Munro, Premio Nobel de Literatura 2013, cuando su hija Andrea Robin Skinner, denunció que en 1976 su padrastro Gerald Fremlin abusó de ella. Su madre al enterarse se alejó de Andrea y continuó con su marido.
Casos como el de Munro hay muchos en el mundo de las letras. Pablo Neruda abandonó a su hija con hidrocefalia y en sus memorias Confieso que he vivido narró la violación cometida a una mujer de Ceilán: "Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama". La hija de Amos Oz narró los abusos psicológicos y físicos que sufrió por parte de su padre. Hitler escribió Mi lucha, un libro estigmatizado y prohibido en países como Holanda.
¿Se debe de cancelar la obra de estos autores? No. La obra literaria esta separa de la persona. Es un acto de libertad que una vez que es entregada pertenece al público. Debemos separar los juicios morales hacia la persona de la obra. Desde una perspectiva ética entendemos que la manera en que actuaron no es correcta, pero: ¿tenemos medir su obra con la misma vara?
¿Qué nos tiene que decir del feminismo la obra de Munro? ¿Leer el libro de Hitler nos hará intolerantes? ¿Por leer a Neruda dejaremos de defender los derechos de las mujeres?
La obra y el autor están separados. Es como el cuerpo y el alma. Estoy convencido de que la obra escrita es anónima. No tiene nombre ni género. Leemos porque nos gusta imaginar. Amamos la palabra escrita y cuando lo hacemos nos despojamos de los perjuicios de la vida del autor. No pensamos si es mujer u hombre. El libro escrito, como toda obra de arte, es independiente del autor. ¿Quiénes pintaron las cuevas de Altamira? ¿Homero escribió la Ilíada y la Odisea? ¿Quién escribió el Quijote: Cervantes, Alonso Fernández de Avellanada, Pierre Menard, Cide Hamete Benengeli?
La obra artística es anónima. Le pertenece al tiempo y a la sociedad del futuro. La cancelación de autor es una inquisición moderna que atenta contra la obra de arte y minimiza la capacidad del público para discernir y comprender lo que lee y observa.
Pensar que una manera de justicia es la cancelación de autor es una aberración que atenta contra la libertad de expresión. Debemos de condenar el genocidio, los fascismos, la violencia contra las mujeres. Cancelar no es la mejor herramienta para alcanzar una sociedad con libertad y justicia. Tendríamos que preguntarnos: ¿Los que abogan por la cancelación de autor tienen una vida recta?
No defiendo los actos atroces, los condeno y espero que la justicia, enmarcada en las leyes, los castigue y les dé una sentencia, pero pedir la cancelación de autor en un grito colectivo y sin razón nos convierte en una sociedad de censores, nos iguala a lo que tanto criticamos. Debemos defender a las víctimas, siempre, y a la libertad, sin dudarlo. La obra artística es el acto más libre del ser humano porque no tiene género ni nombre, le pertenece a la humanidad.
Hasta aquí Monstruos y Máscaras…