Los partidos políticos decidieron adelantar los tiempos para escoger a quiénes encabezarán las candidaturas en 2024, esto sin importar que se violen las leyes electorales. Hay que empezar a analizar a Morena, quien buscará retener la presidencia y obtener mayoría legislativa, tiene como su principal activo la imagen de López Obrador y la estructura armada mediante los programas sociales.
El presidente, quien es jefe de campaña de Morena, optó por un personaje que le garantiza la continuidad de su gobierno y el establecimiento del Obradorato.
“Es Claudia”, fue el lema con el cual se tapizaron bardas y espectaculares. A medida que gobernadores y legisladores se sumaban a su campaña, iba quedando claro hacia donde se dirigía la cargada, y todo se confirmó a través de una encuesta que dejó fuera de combate a sus otros contrincantes.
Claudia representa la figura más confiable para el presidente. Es, así lo ha demostrado en su trayectoria, un personaje fiel y que sigue la línea del líder. Poco se puede hablar de su personalidad, es una política gris y que intenta ser una copia –mal ejecutada de AMLO- repite sus mismas frases, imita el acento tabasqueño y en su intento de falso lenguaje popular aburre a su audiencia. Al igual que el líder, asiste a los medios de comunicación que le garantizan entrevistas a modo. Su mayor intento de gracia es cuando sube al templete a unos individuos, estos tienen máscaras de Salinas, Fox y Peña Nieto. Los acusa de traidores, y luego le pide al público que grite: ¡Fuera! La gente no reacciona como Claudia espera, y ella sigue con el clásico: “no mentir, no robar, no traicionar.” Fin del momento en que mayor carisma emite Claudia.
Como funcionaria pública conocemos sus errores que son mayores a los aciertos: estuvo a cargo de los segundos pisos de la Ciudad de México, la información fue reservada, ¿qué esconden?; como alcaldesa de Tlalpan hizo caso omiso a la falta de permisos de construcciones en la alcaldía y como resultado: la tragedia del colegio Rébsamen, donde fallecieron 26 personas, no hubo culpables y ella no asumió ninguna responsabilidad; como jefa de Gobierno -o Regenta, mejor dicho-, volvió a ser cómplice al no actuar para que los responsables del accidente de la línea 12 del metro fueran a la cárcel, 27 personas fallecieron; ocultó los datos reales de cuantas personas habían fallecido por Covid. La cifra, hasta marzo de 2023, era de 330,595 y su gobierno solo reportó 55,403.
Su trayectoria ha estado acompañada de la tragedia, la omisión y la corrupción.
Que sea un personaje gris ayuda. La campaña de la oposición se concentrará en la figura del presidente. Ella se dedicará a recorrer el país y repetirá el discurso de Obrador en las plazas públicas, que estarán llenas de acarreados.
Coordinará las estructuras de Morena, pero, el Rey le entregó –a quien aspira a ser la virreina- el bastón de mando para que tome algunas decisiones, no las fundamentales, esas le corresponderán al Rey y lo hará desde su Palacio Nacional.
La virreina con su bastón de mando observa que su poder no es tanto. Al intentar imponer a Harfuch, los grupos de Morena han protestado mandando a otros candidatos como Brugada. Desde Palacio se tendrá que controlar y decidir quién estará en cada cargo. La virreina ve que su poder es limitado y supeditado al poder presidencial. La entrega del bastón de mando es el inicio del Obradorato.
El error de septiembre se llama Claudia, es un error para la democracia. Ella garantiza el regreso de la época de caudillos. Su personalidad gris y su falta de personalidad no opacan al Gran Líder, por ello su dedo la ha señalado.