Querido México:

Escribo esta carta pensando en el futuro de una nación que tiene un dolor enraizado. Somos un país enlutado, donde cada familia vive su propia tragedia. Nuestros problemas se han acumulado a través de sexenios donde hemos tenido promesas vacías o incumplidas.

Es contradictorio que en tiempos navideños mi carta tenga una fuerte carga de negatividad, pero a lo largo del año he escrito y descrito los problemas nacionales y bosquejado el probable futuro de un poder presidencial fortalecido y una democracia adolecida; como nación sabemos que hay violencia, pobreza, desempleo, inseguridad, que el aumento del salario no corresponde con el aumento de los precios, la gente gana más y compra menos; la economía de la nación se encarece y depende de programas sociales que no son soluciones radicales a los grandes problemas, son paliativos que serán insostenibles, en algún momento, para nuestra economía.

Podríamos describir una y otra vez los problemas que nos aquejan. Los leemos todos los días, quizá es tiempo de buscar soluciones pensadas en conjunto, impulsarlas desde los distintos espacios de la sociedad, ya que esperar a que la llamada clase política lo haga sería vivir de falsas ilusiones.

Entiendo que el México de 2024 necesitará soluciones, y comprendo que esas no vendrán de quienes hoy aspiran. Ellos ya han estado en el poder y no han hecho cambios significativos. Se acomodan para mantener sus privilegios y no para impulsar un verdadero proyecto, preguntémonos: ¿Qué cambio puede impulsar el Presidente de un partido político que su gran proyecto es ir en el número uno de la lista plurinominal para el Senado?

El proyecto de la clase política se llama: ELLOS. No un cambio en la sociedad, sino un proyecto personal.

En 2024 lo único que nos salvará es la participación activa de la sociedad que tendrá que votar por la persona, su trayectoria y la propuesta. Si las cosas siguen como hasta ahora donde los líderes de la oposición buscan las plurinominales para asegurar sus carreras políticas y no se ponen a trabajar en ganar la simpatía de la sociedad, si todo sigue igual Morena ganará mucho; y los triunfos para la oposición serán regionales, en aquellos lugares donde candidatas y candidatos logren romper el conformismo partidista y presenten propuestas serias.

Las soluciones deben ser reales: una reforma fiscal, profunda, que permita recaudar impuestos; una reforma laboral que mejore las condiciones de trabajo y garantice pensiones dignas; una reforma de salud que obligue a invertir en hospitales y medicamentos; una reforma educativa que modernice la enseñanza y garantice que los mejores profesores sean los que por concursos transparentes y verdaderos ocupen plazas bien pagadas; una verdadera estrategia de seguridad integral y eficiente. Se necesitan soluciones profundas, hasta hoy no se han presentado.

México, mientras este desbarajuste sucede hay algo que sostiene nuestra tradición como nación: la cultura, profunda y milenaria. Que nos da imaginación para recuperar la palabra futuro. La cultura de nuestro país se observa en la pintura de Sergio Hernández; se mira en el cine de Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu y Alfonso Cuarón; en la música de Alondra de la Parra; en la literatura de Cristina Rivera Garza, Enrique Serna, Guadalupe Nettel… y podríamos seguir.

Nuestro futuro tiene respuesta en la cultura que sobrevive a la catástrofe que vivimos. Aún hay esperanzas y se encuentra en nuestro origen.

Hasta aquí Monstruos y Máscaras…

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