La democracia en este 2024 ha tenido un desafío sin precedentes. Cerca de 4 mil millones de habitantes de 75 países –la mitad de la población mundial– ha acudido y acudirá a las urnas. Dichos procesos generarán un nuevo acomodo geopolítico: la inmigración es uno de los temas centrales; los extremos políticos en naciones como Francia –donde el fin de semana la derecha, encabezada por Marine Le Pen, venció con el 33.5% en la primera vuelta–, Alemania e Italia pueden modificar la composición política de la Unión Europea; lo mismo sucede con la elección en los Estados Unidos de América.

En América Latina se han efectuado elecciones en El Salvador, Panamá, República Dominicana, México, faltan Uruguay y Venezuela, esta última es un enigma al no saber cómo se comportará el electorado, si apoyará a la oposición o Nicolás Maduro se mantendrá en la presidencia por otro periodo, perpetuando un régimen cuestionado por la falta de democracia y libertades. No es extraño que en días recientes Maduro haya anunciado que se reanudará el diálogo con los Estados Unidos para que se cumpla el acuerdo de Qatar.

Rusia ya tuvo sus elecciones. Putin ganó con cerca del 88% de los votos, con lo cual se mantendrá en el poder hasta 2030. Los opositores fueron encarcelados, otros asesinados como Alexei Navalny y el resto fueron candidatos a modo, apoyaban las políticas impulsadas por Putin como la invasión a Ucrania.

Las elecciones moverán el péndulo político en muchas de las naciones. Por ello es importante el proceso que se vive en Estados Unidos, donde la competencia de hace cuatro años se repite, Trump versus Biden, dos políticos conocidos. Con una visión contrastante de la política internacional y migratoria. Pero, parece que en esta ocasión la suerte le sonríe a Trump ante las dudas que existen acerca de las condiciones del estado de salud de Biden. Según una encuesta de CBS, realizada después del primer debate el 72% de los votantes consideran que Biden no debería presentarse a la reelección.

El estado de salud del presidente Biden se encuentra en el centro de la agenda pública de cara a la convención demócrata del mes de agosto donde será elegido como candidato. En los últimos meses a través de videos se le ha visto extraviado, confundido y en el primer debate se le vio sin la capacidad de hilar ideas congruentes. Biden tiene un mes para hacerse a un lado o seguir adelante en la búsqueda de la presidencia, lo más sensato para los demócratas

sería convencer a Biden de que decline y permita que candidatos más jóvenes le compitan a Trump, como la actual vicepresidenta Kamala Harris o Michelle Obama.

Si Biden decide mantenerse en la candidatura le estará entregando de manera anticipada la presidencia a Trump, debido a que entre la población estadunidense se ha creado la idea, falsa o cierta no se sabe, del estado de salud mental del actual presidente.

De ganar Trump, por segunda ocasión la presidencia, la geopolítica se moverá estrepitosamente. Es conocida su cercanía con Rusia; sus críticas al apoyo otorgado a Ucrania por parte de Biden; también, se sabe de su visión política en materia migratoria. Para México la revisión del T-MEC en 2026 no sería tersa y tendría complejidad en el tema laboral, la inmigración, el maíz transgénico.

2024 aún tiene mucho por decirnos. La conformación de poder en algunas de las naciones reconfigurará las relaciones y la agenda mundial la próxima década. Por eso vivimos un año bisagra.

Hasta aquí Monstruos y Máscaras…

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