No es exagerado afirmar que el Plan B aprobado por la mayoría parlamentaria que hoy obedece a las órdenes del Ejecutivo, y cuyo propósito es la destrucción del sistema democrático y de las libertades en nuestro país, advierte profundos e irreversibles daños para casi la totalidad de las y los ciudadanos, a excepción de los beneficiados por la destrucción de las instituciones democráticas y el aplastamiento de derechos y libertades.
Reconociendo estos daños que incluso son inimaginables por sus alcances y dimensiones, es innegable que las mujeres estamos en la primera línea frente a las consecuencias de un régimen autoritario que se hará sentir con todo su poder en nuestras vidas.
En una sociedad patriarcal como la nuestra, con los crecientes índices de impunidad y violencia cotidiana contra las mujeres, en donde cada día 741 mujeres denuncian ser víctimas de violencia familiar y hay 11 feminicidios, la pérdida de la democracia provocará poderosos embates para aplastar las luchas históricas por la paridad, por nuestros derechos de participación e igualdad, y por el ejercicio de nuestras libertades.
Para poner un ejemplo, con el Plan B se elimina la Unidad Técnica de Igualdad de Género y No Discriminación , y el INE ya no podrá intervenir y emitir reglas para garantizar el cumplimiento del principio de paridad en la postulación de candidaturas, por lo que quedará a la discrecionalidad de los partidos políticos. Tampoco podrán negar el registro de candidaturas por haber ejercido violencia política, familiar o sexual contra las mujeres o por ser deudores alimentarios lo que implica un serio retroceso.
Un artículo de LibertiesEU denominado "¿Por qué es nocivo un gobierno autoritario?", señala que este tipo de regímenes tiene un mayor control sobre su población al restringir sus libertades, las instituciones del país y limitando la capacidad de decisión de la gente sobre su propio futuro, lo que supone un freno para una sociedad.
Refiere que la diferencia principal entre una democracia y un gobierno autoritario, es que en la primera, la población tiene más voz en los asuntos políticos al elegir a los dirigentes políticos por la existencia de controles y equilibrios en el Poder Ejecutivo; y la segunda, que el poder está en manos de una persona, restringen la capacidad de la población para decidir su propio futuro, pone límites a la libertad de prensa, la independencia del Poder Judicial y del Parlamento, es decir, el autoritarismo tipifica la represión.
El texto de LibertiesEU resalta que las elecciones en una democracia son más libres, implican la elección entre distintas opciones y el gobierno no interfiere en el resultado, en tanto que, en un gobierno autoritario, "puede o no haber elecciones", pero en caso de que haya, será inevitablemente más limitada, pues estará sujeta a una interferencia del gobierno en funciones, "que quizá no acepte irse si pierde".
De ahí que las mujeres en un gobierno autoritario estemos en la primera línea en la pérdida de derechos, libertades y participación. Basta con mirar a otras naciones de nuestro Continente, como es el caso de Nicaragua, en donde la dictadura de Daniel Ortega no ha hecho sino fortalecer el patriarcado.
Frente a esta clara amenaza, el Plan B no está circunscrito solamente a los procesos electorales, que de suyo ya es muy grave, sino que sus daños y consecuencias tocarán nuestras vidas y todos nuestros derechos. Es urgente que tanto hombres como mujeres salgamos en conjunto a la defensa de nuestras libertades y derechos, solo un México unido impedirá el establecimiento de una dictadura.
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