Hace tres años, un 15 de septiembre para ser exactos, el Presidente dijo en el Grito de Independencia, "viva el amor al prójimo". Dos días después explicó que no lo había dicho en sentido religioso, sino que era parte del humanismo, "nada más decirles que el amor al prójimo es un principio que se concibe y se busca aplicar desde antes del cristianismo", refirió.
Desafortunadamente el Presidente lleva bastante tiempo sin recordar aquella arenga. Su gobierno está muy lejos de ser el más "humanista", porque hoy el eje de su discurso es el odio, la división y la indiferencia.
El silencio ante la desaparición y el presunto asesinato de los cinco jóvenes de Lagos de Moreno, es el claro ejemplo de que al Presidente no le importan las víctimas del crimen organizado, de la crueldad y de la brutalidad.
Al Presidente no le interesa, ni le importa escuchar a las víctimas de su estrategia fallida "abrazos no balazos", para ellos no hay disculpas, para ellos solo hay desprecio e indolencia.
Durante estos cinco años de gobierno de nada ha servido que todos los días se reúna a las cinco de la mañana el gabinete de Seguridad, pues hasta ahora no han podido garantizar la paz en el país, y mucho menos, reducir el número de víctimas, por el contrario, esté es el gobierno más violento en la historia de México con más de 150 mil asesinatos.
De poco sirve que el Presidente acepte que su gobierno es el que tiene más homicidios si no hace nada por construir la paz, si se niega a cambiar su fallida estrategia de seguridad, y peor aún, si se justifica diciendo que "es una mala herencia".
El Presidente dice ser víctima de los medios de comunicación y de sus adversarios tras haber contado un chiste en la mañanera; las verdaderas víctimas son los cinco jóvenes de Lagos de Moreno, Roberto Olmeda Cuéllar, Diego Lara Santoyo, Uriel Galván, Jaime Martínez Miranda y Dante Cedillo Hernández.
En México, como bien lo dijo el padre de Roberto Carlos, uno de los chicos de Lagos de Moreno, don Armando Olmedo, "nadie, absolutamente nadie tiene porque desaparecer".
Pero eso no lo escucha el Presidente, como tampoco escuchó a los padres de niños con cáncer, a las mujeres que sufren violencia, a los médicos que atendieron la pandemia, a las madres de los desaparecidos, a los padres de familia que llevaban a sus hijos a escuelas de tiempo y a las estancias infantiles.
Esté gobierno es sordo y narcisista, llevan cinco años sin escuchar, sin ser empáticos, porque lo único que se ve y escucha, es el reflejo y la voz del inquilino de Palacio Nacional.
Y si no fuera suficiente, en el libro para el maestro "Sin recetas”, y que forma parte de los libros de texto gratuitos, se hace una apología de la violencia al señalar que el empresario Fernando Aranguren fue “ajusticiado como medida radical”, tras ser secuestrado por la por la Liga Comunista 23 de Septiembre, es decir, si tienes una medida radical que tomar, pues entonces asesina.
La cultura del odio es lo que pareciera que se busca introducir en la mente y corazón de 24 millones de niñas y niños que asisten a escuelas públicas, porque no basta con la fábrica de odio desde la mañana, sino que además, pretenden que vaya también por escrito. ¿Eso es lo que merece aprender nuestra niñez?
El problema de todo esto es el odio, ese odio que todos los días se expande desde las mañaneras, y que en cada crimen que comente la delincuencia organizada se reafirma.
Hoy México vuelve a estar de luto por cinco jóvenes, aunque en realidad, llevábamos años de luto. No cabe duda de que la hostilidad política nos está llevando al odio, a acabar con el amor al prójimo, con el humanismo, la empatía y la paz.
Senadora de la República