No veo, no hablo, no escucho, es lo que ha hecho este régimen con las mujeres. No lo digo yo, lo dice la Cepal al señalar y condenar la omisión que esté gobierno ha tenido en el combate a la violencia contra nosotras las mujeres.
Al año son asesinadas en México, en promedio, más de tres mil mujeres. Entre 10 y 11 mujeres al día. Y si hablamos de las niñas y mujeres adolescentes, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, resalta que hasta abril de este año, se cometieron un feminicidio en mujeres de 0 a 17 años, cada 4 días y medio.
El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) de la Comisión Nacional de Búsqueda, sostiene que hasta enero de 2023, se ha acumulado un total de 111 mil 889 mujeres reportadas como desaparecidas en México. Entre ellas, niñas desde cero años de edad y mujeres de más de 80, la desaparición se concentra en el rango de 10 a 19 años: 61 mil 490.
Si hablamos de abuso sexual infantil, las niñas y adolescentes son quienes más lo padecen. La Secretaría de Salud resaltó que en los hospitales del país se atendió por violencia sexual, 9 mil 959 personas de entre 1 y 17 años durante 2022. Un aumento de 21.8% con respecto a lo observado en 2021 (8,179 casos en total).
El desmantelamiento a los programas enfocados a niñas y mujeres, por parte de este gobierno, ha disminuido su bienestar personal, económico, social y recreativo. Muchas de ellas no cuentan con seguridad social debido a que desaparecieron el Seguro Popular; otras dejaron de trabajar ante la falta de estancias infantiles y de las escuelas de tiempo completo. Y qué decir de las que perdieron la vida por falta de medicamentos, atención médica, algunas de ellas pacientes del FUCAM, o bien, ante el cierre de refugios para mujeres.
Hoy los discursos se estrellan y se hacen añicos frente a la realidad. Las niñas y mujeres siguen siendo ignoradas y maltratadas por este gobierno que coloca muros de metal, en lugar de entablar el diálogo.
Es verdad que los violentadores están por doquier. Los tenemos en los hogares, centros de trabajo, en todos los partidos políticos, en las iglesias, en centros deportivos, en el transporte público, en los medios de comunicación, entre otros. Los agresores viven en todos los ámbitos y ejercen la violencia sin vergüenza ni pudor.
Hace unos días escuché en una entrevista radiofónica que el conductor le decía a una candidata, que además de todas las tareas que tenía que realizar, en caso de ganar en 2024, también debía “cuidar al marido”. Habrá que romper paradigmas.
En el proceso electoral que estamos viviendo, ya las precandidatas y muchas mujeres más de la política, están enfrentando diversas clases de violencia.
La violencia contra las mujeres no se va a terminar si la normalizamos y guardamos silencio cuando se práctica. Hoy más que nunca debemos seguir en pie de lucha, defendiendo nuestros derechos y rompiendo techos de cristal.
Basta de justificar el matrimonio infantil porque es una cuestión de usos y costumbres; basta de minimizar la violencia intrafamiliar, solo porque se sigue creyendo que las tareas del hogar y los cuidados de la familia le corresponden a la mujer; basta de tanta violencia hacia nosotras.
Seamos incansables en defender y luchar por los derechos de las niñas, y así tendremos mujeres más libres, fuertes y felices.
Senadora de la República