Las mujeres y hombres jóvenes de nuestro país, de acuerdo al INEGI, son el grupo poblacional que registra el mayor número de asesinatos. En 2022 se perpetraron 32 mil 223 homicidios, de los cuales, nueve mil 224 fueron jóvenes de 25 a 34 años.
Hace cinco meses nos enteramos de la desaparición y homicidio de cincos jóvenes amigos de Lagos de Moreno, Jalisco. Hecho que conmovió al país y a otros países del mundo. Los asesinatos contra jóvenes es una muestra de la violencia que vivimos la sociedad mexicana y de los riesgos que enfrentamos.
El pasado domingo 3 de diciembre, fueron encontrados al sur de Celaya, Guanajuato, seis cuerpos asesinados, con signos de violencia. Eran estudiantes de la Universidad Latina de México, quienes estaban por graduarse de Medicina, y tenían alrededor de 18 y 25 años.
El crimen organizado ha decidido tener en la mira a niñas, niños, adolescentes y jóvenes. En tanto que el gobierno federal sigue alentando la impunidad de los criminales, a quienes absuelve cotidianamente y culpa a la sociedad en general, independientemente de su grupo de edad o de la actividad a la cual se dediquen.
Decir que los jóvenes de Medicina fueron asesinados por un asunto de “consumo de drogas”, no solo los criminaliza, sino que pinta de cuerpo entero el desprecio del presidente, de su gobierno, y de su precandidata presidencial. Culpar a las víctimas es más fácil que confrontar al crimen y a la delincuencia organizada. Es más práctico señalar a los occisos que a los homicidas.
Las imágenes de dos jóvenes caminando desnudos con un cartel con la leyenda “chapulines”, en Guasave, Sinaloa, mientras son golpeados con una tabla en sus glúteos, es otra muestra de lo que la juventud mexicana está viviendo. No es la primera vez que ocurre estos hechos en ese municipio, medios de comunicación sostienen que desde 2020 han sucedido ocho casos, y en ninguno de ellos las autoridades de los tres órdenes de gobierno han actuado.
En México nuestros jóvenes ya no pueden salir a divertirse, a estudiar, a trabajar o de vacaciones, el riesgo de ser asesinados por el crimen organizado cada día es más latente. La barbarie contra la juventud mexicana está imparable, y la indolencia de este régimen es desoladora.
N+ Noticias señala que en lo que va del año se han registrado otros cuatro casos de ejecuciones masivas contra hombres y mujeres jóvenes; Nuevo Laredo, Tamaulipas; Zapopan, Jalisco; Lagos de Moreno, Jalisco, y Villanueva, Zacatecas.
Una estudiante de la Universidad Latina de México, dijo a N+ que se sentía “feo” que se “culpe” a sus compañeros de algo que no lo son, “no es posible que lo relacionen así”. Otro estudiante sostiene que decir que es un “tema de drogas” es evadir “la responsabilidad que tiene el presidente”.
Ya veremos el saldo de la cooptacion del crimen a jóvenes de Acapulco frente a los vacíos de autoridad y respuesta, y ante la destrucción de Otis.
Hoy las niñas, niños, adolescentes y jóvenes son la carne de cañón de los criminales, quienes los reclutan para tareas como halconeo, sicarios, narcomenudeo, secuestro, elaboración de sustancias prohibidas, extorsión. Se estima que en México ha sido cooptados más de 30 mil menores y jóvenes.
Mientras los integrantes del crimen organizado para este gobierno sigan siendo los “inocentes” y los ciudadanos los “culpables”, y desde Palacio Nacional se incentive el odio cada mañana, la división y la confrontación, nada detendrá las masacres contra los jóvenes ante un crimen organizado cada día más fuerte y seguro de su impunidad.
P.D: Hace apenas unas horas lo ocurrido en Texcaltitlán, Estado de México, dio cuenta del hartazgo de las y los campesinos que enfrentaron y asesinaron a 10 miembros del grupo criminal la Familia Michoacana, frente a la extorsión y la indefensión de una población cuando sus autoridades abrazan a los criminales.
Senadora de la República