La pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV2 marcará un antes y un después en la historia de la humanidad, aún y cuando desconocemos las implicaciones reales de la “nueva normalidad” sabemos que el escenario en el que nos desenvolvemos se modificará radicalmente, de manera inmediata percibimos cambios sustanciales en nuestra cotidianeidad: trabajo, reuniones, comidas en restaurantes, conciertos, cine y compras en almacenes, se vieron suspendidas de manera presencial, o al menos, modificadas.
En economía y sociología se habla de satisfactor siempre que exista una necesidad a cumplir, estas pueden ser imprescindibles para la vida, como agua y alimentos; básicas como vivienda y vestido; o secundarias, que aumentan el nivel de satisfacción y bienestar de una persona, como la diversión o las compras. Si bien, en los últimos años el Comercio electrónico en nuestro País tuvo un incremento importante (de acuerdo con datos del INEGI para el año 2018 representó el 5% del PIB), lo cierto es que derivado del COVID19 proliferaron numerosas aplicaciones, sistemas y plataformas tecnológicas desarrolladas específicamente para colmar estas necesidades humanas, pero además que posibilitan la realización de las actividades fundamentales como el trabajo y la escuela.
El home office o trabajo a distancia, los foros y clases en línea “webinars”, las reuniones virtuales, y hasta los espectáculos y conciertos vía digital, se volvieron parte de nuestro diario vivir; muy seguramente la demanda en el uso de aplicaciones para entrega de alimentos, envío de despensa y comercio electrónico aumentó drásticamente. Definitivamente, el futuro nos alcanzó: las nuevas tecnologías se perciben como herramientas esenciales para satisfacer necesidades humanas y realizar actividades fundamentales; la pandemia por el COVID19 y el quedarnos en casa nos forzó a ello. Bien lo decía Platón, la necesidad es la madre de la inventiva.
Si bien celebro el ingenio creativo del hombre y preveo que nuestra “nueva normalidad” permitirá la consolidación de una economía digital y el desarrollo de innovaciones tecnológicas, advierto con pesar que una gran mayoría de los usuarios no son conscientes de que su comportamiento genera una huella digital que los hace identificables, ni mucho menos, que éstas herramientas recaban sus datos personales de manera indiscriminada y sin el debido cumplimiento a las leyes de la materia, algunas provenientes de países extranjeros ni siquiera cuentan con políticas de privacidad.
Es necesario extremar cuidado con la información que entregamos, debemos tomar consciencia de nuestros datos; no solo proporcionamos nuestra edad, nombre, domicilio y datos financieros, sino nuestra ubicación geolocalizada en tiempo real, nuestra imagen y entorno al compartir videos y transmisiones e, inclusive, a través de nuestros dispositivos móviles y computadoras, datos para crear patrones de conducta; información que de no ser tratada adecuadamente puede poner en riesgo nuestra seguridad. Diversos artículos sobre tecnología refieren que con una fotografía de nuestros ojos o nuestra mano se pueden obtener datos biométricos como el iris y la huella digital.
Como Comisionados del INAI nos toca velar por la protección de los datos personales, pero como titulares de los datos debemos ser sabios en el uso de las tecnologías y al ejercer nuestro derecho a la autodeterminación informativa cuidar lo que compartimos.