Ya se la saben banda. Primero una buena pantalla (preferentemente de 50 pulgadas con 4K, a la que se debe agregar un buen equipo de alta fidelidad, que garantice un sonido profesional, y también una barra competitiva de resonancia).

Después lo que ofrece YouTube por default: una infinita variedad de clips, conciertos, documentales, películas, videos, contenidos y programas especializados de rock en todos los sonidos y variedades.

Esto es lo que viene sucediendo desde el año 2005, a partir de que se fundó la empresa creada por Jawred Karim, Chad Hurley y Steve Chen en San Mateo, California.

Luego vienen las complicaciones, si no se sabe buscar contenidos especiales (que para eso está el buscador, y que por cierto muy pocos saben explotar).

Lo demás es fácil y un estar al día con lo que ponen en sus ventanas de novedades.

Dicen que es muy difícil copiar lo que aparece en sus páginas.

Sin embargo, todo es parte de una búsqueda y tratamientos de la imagen para hacerse de un buen video en un disco compacto.

Y lo que no, se inventa.

Hay diferentes cuentas con que accesar, y en Google se dan los pormenores de cómo obtener un mejor servicio.

Lo que sorprende es la cantidad exorbitante de clips y de información, sin que falte la del pobre diablismo, medio lustrado, que pretende ser erudito y que comulga directamente desde que tiene acceso a la plataforma.

Basta ver al analfabetismo funcional que reafirma el haber estudiado en las academias patrulla, suplicando likes para lo rascuache de su oferta. Por otro lado, es sólo cuestión de configuración de imagen y sonido.

En lo tocante al rock, que es lo que nos atañe, la oferta puede ser de rescate emocional, aparte de permitir formar bibliotecas de géneros y estilos.

Por ejemplo, esta semana a alguien del canal en México se le ocurrió subir un minidocumental del US Festival de 1983, en una experiencia de música y tecnología, que se realizó en San Bernardino, California, con la presencia de Steve Wosniak, el cofundador de Apple, que logró meter hasta a los rusos en la transmisión.

Tres días de septiembre sirvieron para un minidocumental de rock que presentó a Ramones, Gang of Four, Oingo Boingo, Talking Heads, Police, Kinks, The Cars, Pat Benatar, Fleetwood Mac, Tom Petty & The Heartbreakers, Greateful Dead, Men at Work, Stary Cats, The Clash y muchos que comenzaban sus carreras como Wall of Voodo, Divinyls, A Flock of Seagulls y The English Beat.

Mucho mejor que la porquería de Woodstock 69, de la cual Netflix ofrece imágenes de la debacle.

El rock en español también ha resucitado recientemente clips, programas de televisión y conciertos de grupos como La Unión, con su ya legendario “Lobo hombre en París”, presentando diversas facetas con las que ha deambulado su cantante, Rafa Sánchez.

En 1982 fueron, como dicen los españoles, La Hostia.

En el mismo Canal de YouTube, ha sido recopilado casi todo el material disperso de Divinyls, renombrada banda australiana de los años 80, y su vocalista Christina “Crissy” Amphlett, muerta por cáncer a los 53 años.

Asimismo, la programación rockera de YouTube incluye selectas bandas de rock en inglés, español, rock de los 80, progresivo (con programas especializados), alternativo, pop-pro y un extensísimo catálogo de música en estudio, entrevistas y actuaciones en directo de muchas bandas seminales en la transformación del sonido, en un arte de lo que lo que queda de la industria del disco, que no quiere oír ni ver, ni como negocio de la nostalgia en pleno reciclaje.

Todo es cuestión de buscar. Las sorpresas están en la pantalla del rescate histórico de YouTube.

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