Películas, series, miniseries y documentales, arrojan como saldo la apasionada afición que diversos públicos tienen de las teorías de la conspiración, sobre casos celebres y famosos. Desde visitas extraterrestres hasta asesinatos célebres, pasando por un sinnúmero de variantes oscuras, los tratamientos que se les dan, siguen apasionando a muchos que ilusamente quieren alimentar sus propias teorías.
Nadie tiene ganas de escaparse de esa zona placentera con aroma a thriller paranoico y destellos de cine de terror en sus diversas variaciones, y los sitios de streaming, menos. Estas plataformas de entretenimiento bizarro, y en algunos casos extremo, tiene sus ases bajo la manga en figuras reconocidas como Errol Morris, Alex Gibney, Oliver Stone y otros cabecillas de las variantes terroríficas, los paradigmas tecnológicos y otros agentes del caos que quitan el sueño.
La gran mayoría de ellos se ocupa de la diversidad extraña de sucesos donde los focos de atención son los crímenes de estado, la industria farmacéutica, las investigaciones periodísticas políticas, las indagaciones extraterrestres, las guerras bacteriológicas, la danza de la última generación de drogas sumamente peligrosas como el fentanilo; los aplacadores profesionales de causas judiciales difíciles y, no lo duden, la trastienda del Covid 19 y sus variantes de aprensión.
Muchas teorías y variantes de la conspiración están ahora, según el autor Noel Ceballos (ensayista de El pensamiento conspiranoico) viviendo su edad de oro, al exponerse a un número grande, normalizado e indefinido de fanáticos de las teorías conspiracionales, como ocurrió en la década pasada. En ese contexto, siguen ardiendo en un infierno permanente los casos de Roswell, el asesinato de JFK, revisado nuevamente por el obsesivo Oliver Stone; Watergate, los papales del Pentágono, y entre otros, los asesinos en serie propulsados por la velocidad de Internet.
Ahora que se tienen más herramientas para vigilar al estado, ha crecido la desconfianza hasta transitar caminos patológicos. Bien sabe eso Oliver Stone, que a lo ya conocido del magnicidio de JKF, agrega otras dos horas en su JFK Revisited: through the looking glass, sobre el asesinato con base en 2 mil 800 informes desclasificados en el año 2017. Obviamente nunca se va a saber quien estuvo detrás de la conspiración y, a lo mucho, saldrán los mismos y otros nombres de los autores intelectuales y mecánicos que jalaron los gatillos, todos ya muertos y descansando en el panteón del olvido.
Los Expedientes Secretos X, han envejecido notoriamente, mientras que la serie de 24 Horas, hace más plausible las nuevas teorías de la conspiración para el goce ilimitado de la televisión incómoda, en el corazón de una sociedad paranoica. Todo mundo quiere certezas, pero no las hay, de ahí las teorías que tanto fascinan.