Se acerca un fenómeno curioso de expiación monetaria por la vía de conciertos nostálgicos de rock.

Muchos grupos discretos que fueron de segunda tabla ahora son revalorados por una tendencia de: véalos ahora o piérdaselos para siempre, a lo que aplica además esa vieja máxima de a río revuelto, ganancia de promotores.

Cada semana se anuncian bandas nostálgicas que ahora viven solamente del recuerdo, para llevarse algo del dinero que, en su momento, se les negó.

Los que fueron adalides del brit-pop, Blur, son uno de ellos que, al calor de la revuelta que han generado sus ya programados conciertos del llamado “Grupo más estático y aburrido sobre los escenarios”, Oasis, también quieren una parte del pastel de regreso a una añoranza que ya no volverá.

Otros son Gang of four, que dicen algunos que Nirvana los reverenciaba, que R.E.M. nunca hubiera existido sin ellos, que los Red Hot Chili Peppers, tampoco.

Ellos, con la falsa humildad que siempre ha caracterizado al rock corporativo, se autodefinen como al margen de la fama, y ahora son vistos como la banda que redefinió al post punk y que parece alentar a otros grupos que hace muchos ayeres vivieron su mejor momento, entre ellos hasta los propios y ahora muy lastimosos Sex Pistols.

Gang of four nunca gozó en las listas de popularidad de su momento porque para muchos eran simplemente uno más.

Otros básicos y aferrados al pasado, los Guns N’Roses, ya están en pláticas con promotores para conciertos de resurrección, aunque a muchos, la verdad, les gustaría un revival punke-nueva-olero con grupos registrados en el ya demolido CBGB, neoyorquino, como Los Talking Heads, Richard Hell, The New York Dolls y Televisión, por citar unos cuantos, cuando nadie habla de la realidad actual que vive el rock en franca picada.

México no se salva: sólo Caifanes y Café Tacvba llenan el ahora Estadio GNP con más de lo mismo, mientras va mi resto en espera de algo diferente y no las fanfarronadas a las que siempre nos han tenido acostumbrados.

Hay docenas de grupos buenos y diferentes en espera del olvido, por los que nadie va a apostar.

En cambio, sigue la mata dando con refritos reciclados. Hay los que ganan lo que quieran con Taylor Swift, Shakira, Karol G, Kendrick Lamar, Ariana Grande y hasta cosas como Peso Pluma y el regional nacional tan disparatado como horrible e impensable, y los que mendigan sólo las migajas.

Con todo, muchos empeñarán lo que sea con tal de ver al veterano abuelete Serrat y al Sabina, si es que no se va antes, luego de dos infartos cerebrales que vaticinan el destino de los días que les quedan.

Muchos han pensado hasta vender sus discos para conseguir un boleto pagado meses antes, con tal de enfrentarse por única y costosa vez con su artista preferido.

El caso es que a muy pocos les interesa comprar discos que, con todo y las plataformas, ya no importan como una vida de sacrificios para conseguir lo que antes se conocía como “el disco codiciado” y hoy no son nada, como los DVD conciertos, rumbo al olvido.

Ya parece que ni la Magnum 44 es buena, para mitigar el dolor de lo que se oye hoy en día, con el atenuante de que algunos pueden escoger su suerte.

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