Hay desde moderados y discretos, hasta sanguinarios e intensos. Me refiero a los que a veces aplica el término de “Asesino en serie”, mientras que otros navegan con bandera de bajo perfil, a pesar de homicidios dolosos y mal intencionados. Y mientras las plataformas de streaming se frotan las manos por la nueva veta, otros criminales reclaman reconocimiento por carreras delictivas o muertes de ocasión. Maestros pozoleros como Santiago Meza López alcanzaron notoriedad como disolvedores de cuerpos humanos en sosa cáustica y agua, por mandato del Cartel de Tijuana. Su récord macabro apunta a más de 300 cuerpos.
Ahora mismo acapara la atención y el morbo el caso del "Caníbal de Atizapán", con el que Televisa debuta formalmente rescatando el sonado caso de un viejito feminicida y el panteón particular que tenía en su casa.
Por otro lado, Netflix explora los insondables caminos de Jesús Malverde, “El santo patrón” y ánima bendita, protagonizado por el charro bailarín, Pedro Fernández. Habrá que ver quien se puede pasar una vida frente a la pantalla con sus 80 episodios, muchos de ellos por demás anodinos.
Tres cuchilladas después, se llega a la conclusión de que muchos insignes asesinos, de los valedores como Raúl Osiel Marroquín, “El mataputos”; José Luis Calva Zepeda, “El caníbal de la Guerrero”; Abdel Latif Sharif, “El chacal de Ciudad Juárez; Mario Alcalá Canchola, “El Jack el destripador mexicano”; Juana Barraza Samperio, “La mataviejitas”, Higinio Sobera de la Flor, “El pelón”; Francisco Guerrero, “El Chalequero” o Cesar Armando Librado, “El coqueto”, nunca han tenido una película que ensalce sus virtudes criminales y enfermas. A lo más que han llegado es a un reconocimiento discreto en VHS y DVD o a homenajes que les ha hecho a algunos “El rey del videohome bizarro”, Miguel Marte.
Otras celebridades del retorcido mundo del crimen mexicano como las célebres hermanas González Valenzuela, “Las Poquianchis”; Adolfo de Jesús Constanzo ("El padrino") y su sacerdotisa, Sara Aldrete, de "Los Narcosatánicos"; Goyo Cárdenas, “El estrangulador de Tacuba” y algunos de un grupo selecto, sí han tenido película de pantalla grande.
Aunque justo es decirlo, muchos más como “El monstruo de Toluca”, “El asesino de cumbres”, “El mochaorejas”, Daniel Arismendi, apenas llegaron a la fugacidad de los noticieros y uno que otro libro de nota roja, que rescataron en su momento las hazañas viles de, por ejemplo, Los Monstruos de Ecatepec (Juan Carlos Hernández Bejar y Patricia Martínez Bernal), que no sólo mataban, sino que se comían los cuerpos de sus víctimas o los hacían tamales para vender.
Algo hará el ingenio mexicano para llevar estas vidas nada ejemplares de asesinos en busca de trascender, en varias series que ya se preparan, aunque no con la calidad e investigación de la serie norteamericana “Escena del crimen”, pero algo es algo.