Dan miedo pero sin ellos sería imposible el cine mexicano en todas sus épocas y géneros. Las canalladas, felonías, bajezas e infamias de las que fueron capaces en memorables películas desde la época dorada hasta nuestros días los ha puesto en un Salón de la Fama de la Crueldad, al que muchos le sacan la vuelta.
Aunque en la vida real fueron y son personas normales, en la pantalla sus caras de malvados y sus acciones criminales sin parangón dejaron huella y sembraron odios irreversibles. Algunos se convirtieron en referentes de la maldad llevada al límite.
Muchos sufrieron con ellos. Sin embargo, hay pocos que admiran lo desgraciados y malditos que fueron en algún momento cinematográfico memorable gentes como Miguel Inclán, Carlos López Moctezuma, Rodolfo Acosta, Jorge El Tuerto Arriaga, Arturo Martínez y otros. Sus nombres quedaron escritos en la perversidad y la canallada.
Por otro lado, muchos de los buenos de la película les viven agradecidos por el dolor que les infringieron, para ganar fama y fortuna. Injusta sería una clasificación arbitraria de villanos por el tipo de malevolencia con que se manejaron, según la trama y dirección de las películas, en que ejercieron sus mañas.
Sin embargo, casi en automático, los recuerdos fílmicos se describen más por los malos, que por los buenos. Los listados de figuras siniestras taimadas, no justifican a todos los malandrines, pero al recuerdo que dejaron en cintas como Salón México, Ustedes Los Ricos, Víctimas del Pecado, La Huella de unos Labios, El Suavecito, la trilogía de El fiscal de hierro o El Violador Infernal es imborrable.
Otra división importante de malos diabólicos del cine la integran Antonio Badú, Noé Murayama, Rodrigo Puebla, Víctor Junco, Wolf Ruvinskis, el propio Indio Fernández, Jorge Russek, El Indio Bedoya, Luis Aceves Castañeda, Quintín Bulnes y hembras de mala entraña como Emma Roldán y Lucha Villa.
Malvados contemporáneos: Narciso Busquets, Roberto Ballesteros, Guillermo Quintanilla, Roberto Sosa, Tomás Goros o Luis Felipe Tovar, actor favorito de Arturo Ripstein, desde el comandante Elvis Quijano (de Todo el poder), hasta mi comandante Piña (en el culebrón Preso No. 1), pasando por Durango Sarmiento, en la fallida película del Santito: Infraterrestre.
Qué caras, qué intimidación y qué miedo.
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