Arte que no es visto, no es adorado y, en ese sentido, gracias al archivo fílmico del productor poblano Rogelio Agrasánchez Jr., nacido en 1934, el cine mexicano prácticamente en todas sus épocas, no sólo puede ser admirado en una infinidad de posters cinematográficos, loby-cards, stills de películas y reciclables coleccionables, sino aquilatado en un arte singular de pluma y figuras nacionales del dibujo.
Afincado en la ciudad texana de Arlingen, Agrasánchez Jr. es poseedor de un impresionante acervo fílmico de casi 7 mil stills que documentan la historia de nuestro cine en sus carteles y materiales publicitarios de la época.
Su colección compila el arte de nuestro cine de 1936 a la fecha en una curaduría especial de posters, de la que es responsable.
Aparte, ha preservado en formatos digitales, películas clave del cine mexicano, que han dado pie a una impresionante memorabilia que hace muy comprensible el seguimiento del cine nacional por géneros.
Ahí es donde son sumamente apreciados sus libros que se ocupan del arte pictórico de sus carteles y sus creadores.
Un muy apreciado libro dentro del fantástico mundial, lo constituye el Mexican horror cinema, de Agrasánchez Jr., que incluye no sólo la iconografía selecta de clásicas de culto del género sino un anexo (prácticamente, otro libro) en español, donde toda clase de monstruos, se dan la mano con los luchadores inmortales (Santo y Demon) de ese gran invento que es el cine de luchadores.
Dos volúmenes más: Cine mexicano y Más cine mexicano, compilan gráficamente ese otro cine no muy bien visto por la crítica nacional exquisita de narices respingadas, que muy difícilmente tolera las historias de presidio, las de los cinturitas, la rumba caliente, las tragedias lacrimógenas, los escándalos, las comedias albureras, el cine de ficheras con sus noches de cabaret y la violencia policial cotidiana de Valentín Trujillo.
El cine de judiciales, el de fiscales de hierro; el mundo de las drogas, los punks totonacas; el sexo y rocanrol y, cómo no, el de ciencia ficción autóctona, están presentes en un magno compendio bilingüe de arte casi fantástico que muestra a los mexicanos tal y como somos, cinematográficamente hablando.