Nadie sabe a ciencia cierta de dónde salieron, ni quién propaló estos demos que, de 1990 a 1999, lanzaron a la fama efímera a algunos grupos de rock mexicano, que fueron a mendigar a las disqueras con la esperanza de ser firmados.

El problema era que muchos de esos conjuntos de debut y despedida tenían como principal enemigo a ellos mismos, por su desconocimiento del negocio.

Hoy, a la distancia del inexorable paso del tiempo, los más devotos que se han hecho de los tres discos compactos, que documentaron sónicamente sus ideas, les tienen prendida una veladora, a ver si alguno se atreve a regresar, a pesar de las ínfimas condiciones en que fueron grabados, para bien o para mal del llamado rock mexicano.

Algunos dirán: pero ¿cómo se atrevieron?

Sin embargo, ahí están las evidencias de lo que se hacía y de lo que se hizo.

El primer Compact Disc abre con “Alármala de tos”, basada en una fábula de la popular y clave revista de nota roja que estigmatizó a Las Poquianchis y a Sahagún Baca, entre muchos carasdura.

En 1985 Casino Shangai grabó su “Cuerpos huecos” y Las Insólitas Imágenes de Aurora hicieron su demo (uno de los ejemplos más infames de letras huecas) de “Safari”.

También se subieron al carro de las grabaciones de demostración Maldita Vecindad y Los Hijos del Quinto Patio, Rubén –Ajonjolí de todos los rock and roles— Albarrán disfrazado del grupo Torah, Molotov, Mantis Religiosa, Neón, Ninot, Crista Galli, El Juguete Rabioso, Fobia, Café Tacuba, Gente Demente, Sangre Azteka, Branda, La Cuca y Las Ultrasónicas.

Un segundo volumen recoge los demos de Chac Mool (“Tamaño natural”). Las Insólitas, Torah, Bon y los Enemigos del Silencio, Neón, Pedro y Las Tortugas, Crista Gally, los muy sobrevaluados tapatíos de El Personal, Santa Sabina, Café Tacuba, Lo Amantes de Lola, Branda, Cuca, Signos Vitales y Las Vírgenes que Nunca Fueron Santas.

Un tercer volumen acopia las andanzas del grupo donde mandaba Jorge Reyes y Carlos Alvarado (Vestir de Rojo), El Clan, El Señor González, Raxas (cuyo primer guitarrista, Lino Nava, murió esta semana), Piernas sueltas, Inspector, Salón Victoria, y Panteón Rococo.

Mientras eso sucedía, Sony que había remasterizado el primer (y único disco de larga duración de Los Monjes) cancelaba el proyecto oficial de lanzarlo en un mercado nacional, hasta que a alguien se le ocurrió juntar todas las canciones grabadas en directo en el Politécnico y agregar al CD siete temas más, brindándole al fan todo su repertorio. Lo mismo ocurrió con el disco de Las Insólitas, traficado bajo un sello fantasma, lo mismo que el de la Suciedad de las Sirvientas Puercas y el Dr. Fanatik, que acabó salvando el disco.

La calidad vocal e instrumental de los demos varía, en algunos casos lastimosamente, pero ahí quedan las canciones como muestra del enganche y la insensatez que tenían algunos grupos pertenecientes a la infantería del rock mexicano, tan defendido por Ricardo Bravo, como atacado por muchos.

Aun así, sorprende que, en estos primeros tres demos, falte Jaime López, Rafael Catana y el Palomas, junto con otros rupestrosos de ocasión aferrados a un pasado lastimero y repetitivo.

Lo que llama la atención en estos demos, es la deshilachada voz del caifán, Saúl Hernández, que después de docenas de operaciones casi imposibles a su garganta, los que le atendían la voz se dieron por vencidos y tiraron el arpa eléctrica.

Nada más hay que oír sus espeluznantes berridos iniciales con las Insólitas, para sentir lo que es amar a Dios en tierra de indios.

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