Los hermanitos más terribles del rock británico, Liam y Noel Gallagher, se organizan desde el presente para 2025, en un tour de 14 apariciones hasta ahora, que arrancará el próximo año.

Si no hay puñetazos y patadas de por medio, puede extenderse más en varios shows que no serán televisados pero que, de seguro, serán filmados para su venta clandestina.

¿Quiénes integrarán la nueva banda? No se sabe, tampoco si habrá un nuevo disco.

La danza de los miles de espectadores comenzará en Gales (Cardiff) el 4 y 5 de julio, de ahí a Manchester, con cuatro conciertos, del 11 al 20 de julio. Cuatro más en Londres, del 25 de julio al 3 de agosto. Dos en Edimburgo (el 8 y 9) y otros dos en Dublín (el 16 y 17 de agosto).

Conociendo a los Gallagher, habrá seguramente cambios y no sólo de ideas y logística, sino de golpes a la menor provocación, aun con los boletos de mínimo 100 libras ya confirmados. Sus archienemigos de Blur, dependiendo de las confirmaciones, ya se preparan para un agarrón de miedo.

Tras 15 años de su separación oficial, los Gallagher prometen uno o más cambios de golpes bajos, como es su costumbre.

Sin embargo, al calor del dinero, las cosas pueden cambiar, como si se tratara de un bonus refinado de insultos y pataletas de cincuentones profesionales, que quieren asegurar su vejez. Ya veremos qué pasa porque sus carreras en solitario no han sido la gran cosa.

Se estima que la reunión, si es que todo marcha bien, es el amasijo de cerca de 400 millones de libras y que, si no hay rasguños, cada uno de los hermanos se lleve 60 si todo llega a buen puerto, sin embargo, con el par de tipejos, nunca se sabe y ahora, con la inteligencia artificial, menos.

Volviendo a la realidad mexicana, aquí no sucede nada de lo que le va a ocurrir a Oasis. A lo más que se llega es a combinaciones muy menores como subir a un escenario a los predecibles Caifanes con Café Tacvba, en un tour americano de repetición instantánea y reciclaje de viejos hits, ya que viven sin álbumes nuevos, tan sólo al amparo de la nostalgia.

Son en sí, como un chiste ya muy contando.

Por otro lado, se acerca un nuevo aniversario de Avándaro (11 y 12 de septiembre, de 1971) y las huestes aferradas al pasado se preparan para una nueva celebración de esta gema del rock mexicano que supuso en su momento avances y retrocesos en el ámbito cultural nacional.

Como siempre, habrá “revelaciones” y búsquedas de identidad personales como La Verdadera Encuerada de Avándaro, las vacaciones que se tomó en el Festival de Rock sin Ruedas Jaime Almeida (quien se adjudicaba ser el verdadero organizador del festival), el papel fundamental de Armando Molina en la elección de los grupos que participaron, las distintas versiones de lo que en realidad pasó, y la gran justificación de “Yo Estuve en Avándaro”, junto a la tacita del recuerdo.

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