La tiranía de algunos padres no tiene parangón a la hora que deciden que sus hijos deben de seguir el camino del rock. Recordemos al papá de los Beach Boys que, con látigo en mano, obligó a sus hijos a ser músicos y a Brian Wilson, genio.

Sin ser un padre golpeador, Austin Wiggin les leyó la cartilla a sus hijas y las obligó a formar contra su voluntad un grupo en 1969. Les compró guitarras horribles, batería chafa y les pagó cursos de música.

A las chicas (Dorothy, Helen, Betty y Rachel) no les quedó más remedio que doblegarse. El furibundo padre las hacía dar conciertos los sábados en una escuela y las bautizó como Las Shaggs, en honor al corte de pelo estilo perro lanudo.

Así comenzó su calvario y posterior fama en el freak rock, con una mezcla silvestre de protopunk, outsider, rock de garage, naiv e intuición muy cercana a la lobotomía de liricas casi infantiles.

Su estilo de vocalización de ratones pre Bee Gees hizo que los epítetos destructivos de la revista Rolling Stone chocaran contra pared. Frank Zappa, en un sarcasmo dijo que eran mejor que Los Beatles.

Ahí se encendió la mecha que Kurt Cobain atizó diciendo que el álbum Philosophy of the world (1969) era como el Sargento Pimienta adelantado. Otros, más moderados, como Carla Blay, sólo dijeron que les había volado la cabeza. Total que, entre elogios enfermos, las de Fremont, New Hampshire, de nacidas para perder se volvieron un mito y culto, que hasta llegó a México.

Ahora tras 51 años de especulación sobre su dudosísimo talento de rock autóctono, letras de kínder y sonido espantosamente mimoso, con una sola tocada en Nueva York, que las condenó como uno de los conciertos más inexplicables e infames de la historia. Las nenas mintieron hasta en la portada de su disco donde en lugar de las cuatro hermanas sólo aparecieron tres.

Su recopilatorio Shaggs’ own thing salió este 2020 en edición remasterizada con nuevas versiones vocales y voces masculinas desconocidas y bonus tracks que harán las delicias de toda un ala masoquista del rock.

La mejor recomendación para oír a estas damas de la cantada es que tienen miles de seguidores en Spotify.

El vinil de su Filosofía del mundo redondea en Amazon los 800 pesos, el CD, el mismo que se conseguía en México en 10 pesos (original) como saldo, anda sobre los mil 900. El “nuevo” Own thing está en casi 900 (vinil) y 500 en audio.

pepenavar60@gmail.com

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