Algunos podrán decir misa, pero en la recién estrenada miniserie de seis capítulos Somos, estrenada en Netflix, da la impresión de una historia melodramática lineal, en la que no se siente la intensidad de una masacre que había permanecido en el olvido.
El hecho sangriento sufrido por los habitantes de Allende, Coahuila, a manos de los Zetas en el año 2011. Esto ha motivado a que muchos espectadores la abandonen después de uno o dos capítulos.
Las vicisitudes de lo ocurrido se inspiran en el reportaje “Anatomía de una masacre: cómo EU desencadenó una masacre en México”, de la periodista Ginger Thompson, que también forma parte del crew de guionistas de la miniserie, junto con el creador James Schamus, Monika Revilla y Fernanda Melchor.
Muchos veleidosos espectadores del género de historias de narcos, al no ver acción sino mucho drama, han abandonado el caso en los dos primeros episodios, con todo y que anticipan miedos y silencios espeluznantes, pero que llegan tarde a su cita con la muerte.
Se afirma que al menos 60 sicarios del cártel de los Zetas participaron en el asalto al rancho de los Garza, propiciando la desaparición de por lo menos 42 habitantes del lugar.
Hay testimonios de personas que aseveran que 50 camionetas vinculadas con el cártel llegaron a Allende a una especie de operación de saqueo y quema de domicilios. A muchos lugareños los mataron en caliente, para luego rociarlos con diesel y quemarlos en un bodegón.
Lo que suscitó la matanza fue la persuasión de la DEA, para que un miembro de los Zetas filtrara números telefónicos rastreables de dos prominentes miembros del cártel: los hermanos Miguel y Omar Treviño.
Al final, los Treviño cayeron entre 2013 y 2015 (esto no se cuenta en la miniserie) en operaciones llevadas a cabo por la marina mexicana, que debilitaron su poder.
Con respeto a la perpetración de la masacre de Allende (que a duras penas recobró su vida cotidiana) han quedado muchas interrogantes que han pasado, como en otros casos, al archivo del olvido.
En ese sentido, Somos cojea con algunas historias paralelas de personajes, que no están muy bien desarrolladas.
Tienen más certidumbre y sentido de la acción películas como Sicario y Sicario 2: el día del soldado, en donde con personajes más delineados se siente el fragor de la batalla y las balas que cortan el aliento, que esta puesta en escena, casi teatral (pero sin caer en el terreno telenovelero) de una violencia que nunca se ve como tal y en donde, como siempre sucede, acaban pagando más justos, que pecadores.