José Xavier Návar

Parece que se nos va El Chopo

José Xavier Návar
21/04/2023 |03:47
José Xavier Návar
autor de OpiniónVer perfil

Hace mucho que el tianguis ya no es lo que era. Ahora sus estantes están colmados de: playeras, mezclilla, estoperoles, gorras, anillos dantescos, lentes, bisutería, artesanías en piel y demás chucherías, relegando al rock en vinil, lasserdisc, libros y cine

En la frontera de las colonias Buenavista y Guerrero, desde hace más de 40 años franqueado por la Biblioteca José Vasconcelos, se encuentra el Tianguis Cultural del Chopo, donde saltan pulgas, pirañas y otras alimañas de las que andan en busca de vellocinos de oro en cuanto a LP, vinilos y 45 rpm se trata, pero que sean bara, bara.

El 22 de octubre de 1980, a iniciativa de Toño y Jorge Pantoja arrancó el Tianguis frente a la puerta principal del Museo, a 10 minutos de haber abierto la gran muralla se vio una de las ventas míticas del recinto, al cual asistiría por más de 40 años el periodista Rubén Sano, quien le vendió al dios o al diablo, Litto Nebbia, el disco “Break It All” de los Shakers, siendo la primera venta oficial.

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El 4 de febrero de 1982 sale el Museo del Chopo y en la calle de Enrique González Martínez, mejor conocida como El Chopo, se hace un verdadero tianguis sin dios. Meses después en agosto, los vecinos se organizan y expulsan a muchos tianguistas. El TNT fue un factor especial.  En septiembre de 1985 tienden sus puestos en la Alameda de Santa María, poco les duraría el gusto: un sábado. En ese mismo mes entra “la polaca”; platican la situación y por vía de mientras se instalan en un estacionamiento de la calle Edison y Sadi Carnot, a una cuadra del Tianguis. Los puestos se rentan por una barbaridad, por lo que muchos huyen como ratas del “Titanic”.

El 19 de abril de 1986 el pavor a los punks que merodeaban los obliga a desalojarlos. Como nadie los quiere, empieza la peregrinación y están en El Casco de Santo Tomás y en la ESCA, pero ante la vigilancia de los porros ilusos inventan que la autonomía universitaria los sacó. En julio de ese año, después de otros intentos fallidos de colonización, llegan a una zona de fábricas, cerca del cine La Raza. La ubicación: Oyamel y Mimosa, ahí se instalan.

El 6 de febrero de 1988, el tianguis es atacado a mansalva por unos 300 pandilleros de la peligrosa colonia El Nopal. Una runfla de selectos delincuentes, rateros, secuestradores y asesinos armados de pistolas, metralletas y cuchillos le tunden a quien se atraviese. El Capitán Pijama, Jesús Bojalil recordaba el zafarrancho del que dejaba saldo la muerte de la pareja de Rafael Catana, en la célebre Batalla de Oyamel.

En febrero de 1988, contra todos los pronósticos, se instalan entre las calles de Sol y Luna, en la popular colonia Guerrero, lugar donde se encuentra hasta la fecha. Sin embargo, el tianguis hace mucho que ya no es lo que era. Ahora sus estantes están colmados de: playeras, mezclilla, estoperoles, gorras, anillos dantescos, lentes, bisutería, artesanías en piel y demás chucherías, relegado   al rock en vinil, lasserdisc, libros y cine que deambula como si fuera “The Walking dead”.

La última batalla que va a librar el Chopo es con una recién inaugurada expansión de condominios que, aunque digan misa, no los quieren ahí. En la zona en donde estacionan sus coches los choperos llegan y se acomodan para tomar el sol y dominar el panorama con la venia de su virgen. Qué tiempos aquellos donde el cine era el cine con Juan Heladio Ríos, los discos eran joyas con el sello de El Capitán Pijama, y la cultura la impartía Abraham Ríos Manzano, sin que falte la inimitable lente fotográfica de Germán Gómez, en sus primeros tiempos, como el tótem sagrado de inconfundible barba.