Dentro de una programación de lo más dispareja, donde parece que la paja fílmica manda por sobre el sentido común para ver buen cine o series, a veces los de Netflix se sacan la lotería con las miniseries. Ahí están los ejemplos que perduran como Genio del mal o Wild wild country, y esta semana han dado otro campanazo con Los más buscados.

Las estrellas bizarras de estos primeros cinco capítulos producidos en Francia: El Mayo Zambada, el capo de capos (desde hace 40 años) del narcotráfico en México y la tragedia de su hijo El Vicentillo y Félicien Kabuga el responsable del genocidio (más de un millón de tutsis, de Ruanda despachados a machetazos por los hutus).

Completan el infierno dantesco de la criminalidad: La terrorista irlandesa Samantha Lewthwaite, alias La viuda blanca (esposa del terrorista que voló el Metro en Londres, actualmente en fuga) y los mafiosos Semion Mogilevich (terror de la Rusia moderna) y Matteo Messina, pieza clave de la mafia siciliana del que no se sabe nada desde 1993.

Todo el mundo de la investigación desde el FBI, la CIA, la Interpol y las policías de cada país han hecho equipo para rastrear, las pistas que han dejado esta runfla de malditos en América, Norteamérica y Europa.

Las grandes y millonarias recompensas han propulsado las más complejas investigaciones que incluyen, por supuesto, material fílmico documental de primera y archivos con un montaje impactante.

No obstante, hay algunos criminales que parecen tener más vidas que un gato, por lo que su captura lleva, en el mejor de los escenarios posibles, años.

Hay también, por otro lado, casos como el del Mayo Zambada, un tanto reiterativos, con sus actividades criminales, apoyados por periodistas de investigación, donde se extrañan personalidades como la de Anabel Hernández que ya mero y sabe más del Mayo y de su hijo, que él mismo.

Muchos de estos primeros cinco capítulos muestran lo cerca que estuvieron los investigadores y policías de capturar a los más escurridizos, mientras que otros, como los casos de Kabuga, a la larga llevaron sorteando toda clase de triquiñuelas a su detención ya en la ancianidad.

Igual suerte corrió por exceso de confianza o fatalidad el ruso Mogilevich, capturado en medio de una tortuosa investigación, descubriéndole sus métodos para robar, asesinar e improvisar, lo mismo que su colega mafioso italiano y último padrino: Matteo Messina Denaro. Imperdible.

pepenavar60@gmail.com

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