Saltan y dan audaces marometas los amantes de las películas increíbles con la edición 24 del Festival de Cine Fantástico de Sitges, tal vez el más prestigiado del género en su 57 edición, con un saldo de 234 películas y 112 cortometrajes con algunos nombres altisonantes en el género como el del norteamericano Steven Soderbergh con “Presence”, un thriller psicológico, y la hija de Steven Spielberg, Destry Allyn, con el filme “Please don’t feed the children”.

Otras películas programadas son “El baño del diablo”, de Severin Fiala y Verónica France; “Canina”, de Marielle Heller; “Twigligh of the warriors”, de Soi Cheang; “Azrael”, de E.L. Katz; “Arcadian”, de Benjamin Brewer (con el polémico e impredecible, Nicholas Cage), y “Apartament 7A”, precuela de “La semilla del diablo”, de Natalie Erika James.

Habrá que esperar a que el factor corsario las saque, como siempre, antes de que cante un gallo (tal y como ha pasado con “La sustancia”, de Coraline Fargeat) porque de seguro las pasarán de noche a plataformas o estrenos en salas de cine, tal y como ocurre con algunas películas de cine mexicano. Por cierto, sería bueno que los actuales dueños del cine, a nivel mundial, repararan en este tipo de entretenimiento macabro y de estremecimiento, con credenciales en medio mundo.

El Primer Festival de Cine Fantástico del mundo, como se le conoce también, sigue siendo dirigido por Ángel Sala, e incluye, además de estrenos, homenajes, retrospectivas y distinciones especiales, con jurados propios como Alex de la Iglesia  y presencias actorales de muchos años como las del cine asiático al estilo del todavía vigente Takashi Miike y Sion Sono.

Por Sitges ha desfilado de todo: desde el “Rocky horror picture show”, hasta películas de Guillermo Del Toro, pasando por obras de David Lynch, Kitano, Cronemberg, Carpenter, Lars Von Trier, Tarantino, Clive Baker, Argento, Cameron, Terry Gilliam, Gaspar Noe y otros estetas de la cuchillada, el hachazo y el degollamiento, descontando presencias infernales en casi todas sus facetas.

Es tal vez el único Festival de Cine que acepta al gore, aunque nunca ha estado tan bien representado como en el pasado, pero, en cuestión de estética criminal y nuevos métodos de susto, dentro del fantástico y el horror, es la mejor guía autorizada que el fan o experto pueda encontrar en el ahora muy servicial género al servicio de las plataformas que dictan el miedo a seguir.

Atrás han quedado cosas de auténtico pavor como la original “Masacre en cadena”, de Tobe Hooper, o ejemplos insólitos del escalofrío  real, a la manera de “Henry, retrato de un asesino en serie”, “Ciudadano X”, las primeras entregas de la saga de "Saw" y otros temas recurrentes del fantástico pavoroso.

Ahora les ha llegado el turno a las mamarrachadas al estilo de osos mieleros patéticos como los de la lastimera serie de “Winnie The Pooh”, por eso son importantes los títulos que ofrece Sitges como alternativa ante tanto bodrio, que se ha enquistado en las plataformas de streaming que tanto le agradan a un público poco conocedor, encasillado en las vacuas comedias familiares y románticas, donde todos lavan los trastes y comen pancakes. Ya sé que hay público para eso, por eso no estaría nada de más un poco de mala leche ensangrentada.

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