El Becoming Led Zeppelin, supuestamente un totalizador documental sobre la banda, anunciado desde 2019 y luego de su estreno en 2022 fuera de concurso en el Festival de Cine de Venecia, se ha vuelto ojo de hormiga.
Nadie parece saber, ni nadie, comenzando por el que siempre ha llevado las riendas del dirigible, Jimmy Page, ha salido a dar ni la cara, ni explicación del retraso para las pantallas grandes y el Blu-ray. El director, Bernard MacMahon, tampoco ha hecho declaración alguna, y mucho menos la guionista Allison McGourty.
La productora, Paradise Pictures también ha guardado sospechoso silencio.
Hasta los bucaneros, siempre adelantados a la banda, que todo lo pudieron en los buenos tiempos, no se explican el retraso del rockumental que seguramente levantará polémica: que si es un exceso, que si se trata de un larguísimo recorrido de actuaciones en directo, sólo para adeptos; que muchas de las anécdotas narradas en él no tienen precio…
El caso es que sus 137 minutos es la totalidad de su experiencia en el escenario y los estudios hasta ahora.
Algunos de los pocos que la han podido ver dicen que deja muy atrás la experiencia de The song remains the same (1976), que se centraba en la banda y los conciertos que ofreció en el Madison Square Garden, de la ciudad de Nueva York.
El único adelanto oficial es un teaser de casi un minuto de duración, cosa que ha puesto muy de malas a los que ya quisieran tener el filme completo en sus reproductoras manos, antes del banderazo oficial.
Seguramente algo estará tramando Jimmy Page para guardarlo hasta el último minuto y sacarle el mayor provecho contra corsarios y piratas, como ya antes lo hizo con las grabaciones de los conciertos, convocando a los que tenían grabaciones no oficiales de Zeppelin, para entregarlas a cambio y según la calidad, de un crédito en futuros lanzamientos de discos de los denominados “rarities”.
Con todo, la fracción de los fuera de la ley tan sólo están esperando el más pequeño descuido para sacarlo antes del estreno oficial en plataformas y formatos físicos.
Los que no pierden el tiempo son David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright, de Pink Floyd que se han vuelto una máquina de hacer dinero inventando nuevas formas de vender lo por años vendido.
Como si fueran magos, los músicos se han sacado de la manga una nueva versión del Pulse: restaurada y reeditada de los masters originales en una acabada versión de 2 X DVD, Deluxe Edition.
Sus fans, que están acostumbrados a sus lanzamientos tendrán que pagar los extras: videos musicales, filmaciones de conciertos (incluyendo su inducción al Salón de la Fama del Rock), documentales y un booklet de 64 páginas.
La filosofía de estos caudillos del progresivo, venerados en el mundo del disco, es la que reza esa que dice: si ya pagaron una vez por nuestros discos, boxets y ediciones de súperlujo, en sus diferentes modalidades, pagarán siempre.
Por lo pronto Sony Music México ya ha importado una buena cantidad de este pulsante Pulso.