Entre las muchas adictivas series de plataformas como Netflix, Disney +, Star +, Amazon Prime Video y HBO, entre otras, sobresalen las pertenecientes a un nuevo filón del entretenimiento: los documentales periodísticos de investigación sobre deportistas famosos y sus trayectorias, o los cinematográficos, sobre personajes de la farándula musical o del séptimo arte. Siempre hay sorpresas por cuestiones de temática, tratamientos de temas e indagaciones profundas.

Este diciembre, entre la oferta del video estreno on demand, sobresale “Man in the arena”, biopic sobre Tom Brady, QB ganador de siete anillos del Super Bowl (seis con los New England Patriots y uno con los Tampa Bay Buccaneers), al que muchos dan por sentado como el deportista más completo e importante de todos los tiempos. Cada episodio cuenta un encuentro de Super Bowl en los que participó con los momentos más importantes de su icónica carrera, todavía en activo. El propio QB cuenta, al lado de muchos de sus más sobresalientes compañeros de equipo, su travesía por la NFL.

La dirección de Gotham Chopra, curtido en la experiencia deportiva con documentales como “Shut un and dribble” (sobre el poderoso rol de los jugadores negros de baloncesto y los cambios políticos y deportivos en que influyeron), “Religion of sports” (de como el deporte ha influido en las sociedades de todo el mundo hasta rozar la experiencia religiosa) o “Kobe Bryant, La Mamba” (que recoge las peripecias del mito del basquetbol antes de su retiro), garantizan una verdad ineludible sobre la preparación del mito del futbol americano, que a sus 44 años, juega con el entusiasmo de un jovencito.

En primera persona, Brady cautiva con los recuerdos que lo han vuelto un mito referencial y único en el deporte de las tacleadas; mientras que el pietaje de jugadores y encuentros clave, nos llevan más allá del emparrillado con anécdotas y situaciones más que emocionantes donde se agolpan los recuerdos, del que fuera escogido insólitamente, como la selección 199 del Draft del año 2000.

Otra serie musical sin parangón en la historia de la música, y en especial del rock, es “Get back”, la miniserie sobre la concepción del álbum “Let it be” de The Beatles encargada a Peter Jackson, para editar lo filmado en 1970 por Michael Lindsday-Hogg, hasta el célebre concierto de la azotea del Apple Corps.

Literalmente, Jackson, quien comenzó su carrera haciendo filmes gore de escaso presupuesto (“Bad taste”, “Braindead” o “Meet the feebles”), dio el campanazo con la kilométrica saga de “El señor de los anillos”, una desangelada versión de “King Kong” y la inacabable saga de “El hobbit”, se despachó con la cuchara grande a pedido (¿mandato?) de Paul McCartney.

Verla significará, para algunos, una interminable maldición entre el exceso y el aburrimiento, mientras que, para otros, es como el santo grial de la beatlemanía. Un ala de la prensa escrita, tomando sus casi ocho horas de “revelaciones y guiños del cuarteto en crisis”, la ha calificado como excesiva, tediosa, monstruosa y vanidosa, además de soporífera; en la que miles de los súbditos del "Maca", se han quedado dormidos.

Horas y horas de filmación y música en las manos de Peter Jackson son un verdadero atentado e invitación al exceso totalizador, que han vuelto enemigos de Los Beatles a muchos antes devotos. Tan genial y desgastante como demasiada en colmos.

Eso sí, las imágenes han sido restauradas al grado en que la abundancia tiene cabida. Finalmente, el rockumental, quedará en una cuestión de gustos. Para unos es el mana del rock, para otros, un peligroso somnífero de alto calibre.

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