A ver, ¿qué ver en las plataformas de entretenimiento cuando se filma cualquier cosa sin el menor respeto para el espectador, con muy pocas excepciones?
En medio de infumables propuestas y muy poca calidad de historias, guiones y tratamientos, los detonadores del poder de la imagen que dictan las leyes de lo que el público tiene que ver, según ellos, son abrumados por refritos de todas las calañas posibles: superhéroes, detectives, asesinos, historias de amor, adolescentes insufribles, monstruos y animales inimaginables.
Para los que han perdido gran parte de su vida con Star Wars, también hay variaciones sobre lo mismo en secuelas sacadas de la manga y spin-off como interminables aventuras alternas de Harry Potter, con títulos para ver a quien logran enganchar como Animales fantásticos: los secretos de Dumbledore, pero con brujas, magia y poco rocanrol.
Los superhéroes de todas las calañas también se la pasan mal cuando un grupo llamado The boys, son los encargados de vigilar al lado oscuro de las celebridades, con una receta de humor enfermo que ha hecho que la serie ya vaya en la tercera temporada, bastante lejos de la idea original del cómic.
Los thrillers de acción, que sostienen muchas veces la programación de las plataformas, tienen sus descalabros: el abuelo de las cintas de acción, bien sabe del fracaso de Blacklight, el resultado es la burla y el descrédito para Liam Neeson, que ni ha vuelto a lo suyo en La memoria de un asesino, para salvar su reputación de anciano de acción.
Los desastres siempre han sido una buena apuesta, fluctuando entre recreaciones asombrosas de desastres nucleares como Chernobyl, o documentales insólitos como Meltdown Three Mile Island, lo mismo que asesinatos que se llevan años para resolverse, como los casos de Escena del crimen. También hay aberraciones como Prisioners of ghostland, con Nicholas Cage.
No se vislumbra por el momento el estreno en plataforma de JFK Caso revisado (2021), con un armado de las pruebas diferente al primer tratamiento que le dio Oliver Stone en JFK (1991). O sea, que los que queremos saber quiénes jalaron los gatillos en el más intrincado asesinato de todos los tiempos en 1963 nos vamos a quedar con las ganas.
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