Lo único bueno que tienen las nuevas series en las variadas plataformas que las anuncian con bombo y platillos, es que el espectador puede abandonarlas a la hora que sea, y más cuando el termómetro de la aburrición enciende luces rojas.

¿Para qué perder el tiempo? Desde hace mucho que la fórmula de “más de lo mismo” es la que campea en Netflix, Amazon Prime y similares. No ofrecen nada de verdadera calidad y sí mucho tedio y cansancio. Dos recientes estrenos: la argentina El reino (de dos temporadas de 14 episodios de verdadero suplicio) y la norteamericana, El agente nocturno, un drama en forma de thriller de acción policiaca, que no apasiona, remiten a perder el tiempo.

Ni el reparto de El reino (Diego Peretti, el Chino Darin, Mercedes Moran…) puede con la pesada losa argumental de Marcelo y Claudia Piñeyro, guionistas que también dirigen la historia de un pastor candidato a presidente de la República Argentina, al que le asesinan a su compañero de fórmula. Aun así, el pastor quiere llegar a la grande en medio de una borrachera de intrigas religiosas donde Dios y el diablo toman posiciones. Se trata de un verdadero plomo muy inverosímil que tiene alma de aburrición, el diablo pide a gritos salir de la trama.

El agente nocturno, por su parte, nos ubica con un agente (Peter Sutherland) del FBI que trabaja en el sótano de la Casa Blanca, pendiente de un teléfono. Hay algunos buenos asesinatos y una trama de cierta credibilidad que se diluye por larguísimas situaciones que no llevan a nada. Lo único salvable es una pareja de asesinos profesionales en medio de una historia de terrorismo sin pasión. Nuestro agente literalmente nunca duerme, además que, sin el menor pudor, diluye los cánones del género, pero como el mundo —apelando a la vieja historia de Stanley Kramer— está loco, loco, loco, loco”, ya se filma la segunda temporada.

El lado mexicano y sensato de las series de televisión, apela a que hoy, que todo se puede subir a las plataformas habituales, ocurran rescates que en un determinado momento televisivo fueron breves, aparte de buenas.

Sería muy bueno que las plataformas reciclaran cosas muy bien hechas como Señor Ávila (por lo menos con esta serie parece que HBO ya tomó cartas en el asunto), sin embargo, parece que estamos condenados al suplicio de sólo ver la vida de personajes como el Príncipe de la Canción, José José, en más de 70 aburridos y empalagosos capítulos, que se convierten en una telenovela de absoluto horror, al igual que la de Selena, Vicente Fernández, Juan Gabriel, Luismi, Bronco, Joan Sebastián, Celia Cruz y Menudo, que ya tienen sus kilométricas y reiterativas series biográficas sobre su éxito, trascendencia y maldición eterna. Y próximamente Mercurio y Magneto dejarán también su “huella” en series inconcebibles, tramposas y mentirosas, sólo para familiares y fans.

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